Merche Soriano, en su blog «Literature & Fantasy» nos propone crear una pieza de microteatro inspirada en el personaje de Don Juan Tenorio, obra de José Zorrilla.
Escenario:
Un moderno consultorio médico. Hay un escritorio, sillas, una camilla y otros elementos consistentes con un consultorio.
Personajes: Don Juan: El personaje es idéntico al que conocemos en la literatura, incluso deberá llevar ropa de época.
Dra. Inés: Mujer muy bella, pelo largo, usa lentes, lleva bata médica.
2 guardias de seguridad.
Escena única:
Detrás del escritorio, la Dra. Inés hojea algunos papeles. Tocan a la puerta y entra Don Juan, muy seguro de sí mismo, con un aura «donjuanesca».
Inés: (Sorprendida por el extraño personaje). Tome asiento, usted es…
Don Juan: Juan Tenorio para servirla. (Sin pedir permiso le toma la mano y la besa, también se detiene olfateándola como un sabueso. Inés, disgustada, retira la mano lo más rápido que puede). Debo decir que su piel desprende un aroma delicioso. Yo soy un experto en olores y el suyo es embriagador. ¿Le han dicho que también tiene unos ojos muy bellos? ¡Parecen zafiros! Si se quitara las gafas deslumbraría con ellos. A ver, quíteselas un momento.
Inés: (Seria y limpiándose la mano en la bata) Agradezco la sugerencia, pero necesito mis lentes. Soy miope. (Revisa sus papeles). Acá dice que viene usted a consulta porque quiere… ¿Cambiar? Debo decirle que no soy psicóloga, soy médico general. Puedo recomendarle unos muy bue… (Don Juan la interrumpe).
Don Juan: (Dramático) No quisiera hablar con nadie más que con usted. Le pagaré la consulta. ¿Puede tan solo escucharme?
Inés: (Intrigada) Si usted lo prefiere no veo problema, pero le repito que no podré ayudarlo de la forma en que usted necesita. Dicho esto, a ver, cuénteme qué le pasa.
Don Juan: Últimamente, he tomado consciencia de que, sin querer, he lastimado a mucha gente, hombres y mujeres por igual. Son tantos que he perdido ya la cuenta. Ya no quiero ser tan… irresistible. Debe haber alguna forma en que yo pueda ocultar un poco mi natural gentileza, bonhomía y galanura.
Inés: (Abriendo mucho los ojos). ¿Qué?
Don Juan: Doctora Inés, ¡quiero cambiar! Ser… otro. Alguien que no llame tanto la atención.
Inés: Creo que podría empezar por vestirse de forma menos… llamativa.
Don Juan: (Mirándose y acariciando la ropa) ¿Usted dice deshacerme de este hermoso traje? ¡No sabe lo que me pide! Extrañaría el tacto del lino, la seda y el terciopelo contra mi piel ¿Sabe? Todo es de la mejor calidad, traído directamente desde Flandes. Además, no creo que mi vestimenta sea el problema. ¡Soy yo! (Dramático) ¡Mire este bello rostro! Él es el verdadero culpable de mi desdicha. Porque, verá usted, soy un ser tan sensible, que me siento desdichado por hacer sufrir a las personas.
Inés: (Irónica). Ya veo. Quizás deba recomendarle mejor a un cirujano plástico que le desacomode sus facciones, no mucho, solo lo suficiente para que la gente ya no lo encuentre tan «atractivo».
Don Juan: (Palpándose la cara). ¿Una operación? ¡Oh, por Dios! Estoy imaginando lo que sentiría por las mañanas y ver en el espejo un rostro desagradable. ¡Sería mejor una estocada al corazón! Sin embargo, le agradezco sus sugerencias, es usted una persona muy inteligente además de bella. Quizás debamos conversar más de este tema. ¿Me aceptaría una invitación a salir?
Inés: No suelo hacer eso con mis pacientes.
Don Juan: Le ruego tenga lástima de mí. En este breve tiempo platicando con usted he sentido una conexión muy especial. Usted además de guapa es una doctora excelente. Quisiera revelarle más de mi verdadero yo. Nadie ha intentado comprenderme como lo ha hecho usted. ¡Deme esa oportunidad!
Inés: Le he escuchado a petición suya. Hace tiempo ya que sé reconocer a las personas como usted. Tuve mi cuota de sufrimiento aprendiéndolo y ya estoy «curada de espanto». Le recomiendo que busque ayuda sicológica urgentemente. Haga el favor de salir y olvídese del pago.
Don Juan: Todo lo que me dice solo inflama más mi deseo de conquist… (Se da cuenta de lo que va a decir y disimula tosiendo). De… conocerla. Tiene usted muy buenas ideas, entre usted y yo podríamos pensar algo para aliviar mi sufrimiento.
Inés: (Toma el teléfono). ¿Seguridad? Vengan por un paciente que se puso difícil.
Don Juan: Se va a arrepentir de no darse usted esta oportunidad de conocerme más. Toda la vida pensará en este momento y en lo que pudo ser. Estaré presente en su mente, me soñará, me extrañará…
Llegan 2 guardias, cada uno toma un brazo de Don Juan y lo levantan, él patalea y sigue parloteando indignado mientras lo desalojan. La Dra. Inés suspira aliviada. Se cierra el telón.
Autor: Ana Laura Piera.
A pesar de estar ambientado en nuestra época, el don Juan sigue igual de narcisista jaja. Me ha gustado el enfoque que le has dado, muy buenos los diálogos. Gracias, por tu aporte. Y por dejarnos entrar en él.
Un abrazo.
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Gracias a ti por pasarte, saludos.
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Muy bueno. Don Juan no dejará de ser Don Juan.
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Eso es verdad, no hay terapia que lo cambie jajaja Saludos.
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Hola Ana.
Un Don Juan en toda regla, conquistador y pagado de sí mismo. Nos lo has contado tan perfectamente que me ha dado rabia la existencia de una persona así. ¡Genial!
Me he quedado pensando: ¿Con quién vivirá un espécimen así? Porque yo creo que no sería capaz de sufrirlo ni un día. 🤣😂🤣
Un abrazo.
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Yo creo que cuando caen en sus redes ya es difícil salir. Porque bajan la autoestima, por eso lo mejor es batearlos ante el primer intento y no dejarlos que te «ganen» jajaja Gracias por leer.
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A este Don Juan se le terminó tanto la paciencia, que se hizo invisible a los ojos de Doña Inés. Merece una segunda parte para ver si en esta época, es tan bueno como en su siglo cortejando damas.
Original punto de vista con final inesperado.
Magnos sueños
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Hola Ana, jajajajaja, buenísimo, ¡vaya tío más engreído! Sí, de Don Juan se pasaba, genial micro, cada vez que leía su intervención ponía cara de asco, jajajaja, muy bien logrado y conseguido. Curioso que Doña Inés sea enfermera, con lo que tienen que aguantar últimamente los de este gremio, por lo menos aquí en España, más de una se habrá sentido identificada con esa Doña Inés paciente ya que es muy difícil no mandarlo a la mierda…
Muchas gracias por participar, Ana.
Un abrazo. 🙂
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Hola Merche, definitivo tipos así dan asco y hay muchos. Mi doña Inés es doctora, no enfermera pero igual tuvo que tener mucha paciencia jajaja. Saludos y gracias por tus retos.
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Muy bueno, Ana!! 🤣🤣🤣👍
Un abrazo.
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Muchas gracias, saludos…
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Genio y figura…Es muy difícil cambiar, este don Juan no estaba muy convencido…¡Genial Ana! Un abrazo
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Los de su tipo, simulan querer ser mejores personas, pero es solo eso, simulación. Y en el caso de este Don Juan, quería ser menos «irresistible» jajaja. Gracias por tu comentario. Saludos.
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Cuánto narcisismo y egocentrismo… Que barbaridad con Don Juan, aunque muy en su línea. Una obra muy entretenida. Aplaudo a la Doctora por su enorme paciencia!
Un abrazo!
Sckyw_712
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Hola Alba, sí, la buena Doctora Inés merece un monumento jajaja. El «síndrome de Don Juan» (porque hay un síndrome), sin duda tiene elementos narcisistas. Gracias por tu comentario.
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Hola, Ana.
Menudo menda el Juanillo este. Tan empalagoso que da ardor de estómago. Lo peor es que he conocido algunos así de «pesaos». Las chavalas pedían auxilio con la mirada solo de verlos.
Supongo que más que un ambulatorio del seguro, será la consulta de un psiquiátrico. Pobre doctora. Menos mal que doña Inés es paciente si no, le habría recetado un buen enema y paseos a la carrera por el patio, para paliar su fogosidad. XD
Una obra exquisita y divertida. Felicidades.
Abrazo grande.
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Lo del enema está muy bueno jajaja. Sí, eso merece. Saludos José y gracias por leer y comentar.
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Jajajajajajajaja, saca la risa, gracioso Don Juan, presumido como el solo, con un ego que le desborda y pensar que existen aunque vestidos a la moda, divertido escena, abrazo grande y gracias por la risa
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Hola Themis, siempre han existido y existirán. Lo bueno es que ya las chicas no están tan tontas. Saludos.
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¡Cómo se ha perdido el romanticismo! Pero la sonrisa que provocas bien merece el entierro de los corazones durante un rato.
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Jajaja, saludos, gracias por pasar.
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Jajajaja, la doctora Inés respira en cuanto se llevan al egocéntrico don Juan. Un abrazo
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Es que aguantar a esos tipos te desgasta jajaja saludos…
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😂😂😂 Anaaa… Nunca de los nuncas te falta ingenio. Mira, que al principio llegué a creerme que este miserable del Don Juan de tu relato de verdad quería cambiar porque ha causado mucho daño jajajaja me río de mí. No, nunca cambiarán. Nunca. Como dicen por allí, «eso no se cura». Y pienso, siento que los hay aún peores: los que navegan con bandera de «yo no fui». Muy bueno Ana, te luciste.
Te mando un abrazo grande.
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Así es, es muy difícil que un Don Juan se reconozca como tal y quiera cambiar. Gracias Maty por tu comentario y visita. Abrazos.
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Me ha encantado el texto y la situación. Sin duda hay muchos «don Juanes» con el ego por las nubes, en distintos ámbitos de la vida cotidiana, además del consultorio, empresas, fábricas, amigos de, etc… Bravo por la doctora Inés y su paciencia 😂😉 Un abrazo.
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Hola Sabius, muchas gracias por pasar y comentar, saludos…
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Hola, Ana. Ja, ja, ja… Si es que lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Quien nace Don Juan, muere Don Juan. El problema de ellos es que tienen tanto amor por dar… Divertida escena. Un abrazo!
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Hola David, estoy de acuerdo contigo. Gracias por pasar y comentar. Abrazos.
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