ROBOTS Y PERFECCIÓN

Hay que saciar el afán de cambio de las multitudes, pero este inspector de calidad no lo tiene nada fácil.

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Z38A (conocido cariñosamente como “Sam”), se dirigió con pasos firmes y casi humanos al final de la línea de ensamblado, donde acababa de salir el prototipo del nuevo modelo Z38-B (aún sin ningún apodo o mote). Con toda la tecnología de que disponía, se avocó a revisar a fondo al que estaba destinado a ser su reemplazo. Sus delicados sensores, cámaras y microprocesadores encontraron todo perfecto. Solo faltaba que “SAM” tecleara un código de aprobación para que se iniciara formalmente la producción en serie; esto también haría que el flamante Z38B se activara.

El nuevo modelo era muy superior a su predecesor en todos los aspectos y se esperaba que en menos de un año todos los modelos anteriores (incluido SAM) fueran sustituidos y enviados al programa de reciclaje robótico de donde podían salir en diferentes formas, desde un perro-robot para entretener niños hasta sanitarios inteligentes.

En el panel destinado para ello, “SAM” tecleó un código, pero contrario a lo esperado la línea de producción no arrancó. “SAM” puso al Z38-B sobre una banda transportadora que lo llevaría a su destino final: ser reciclado. No lejos de ahí tres ingenieros humanos disfrutaban de café con donas cuando leyeron en sus monitores el código de rechazo tecleado por “SAM.”

—¡Otra vez!, esto no puede seguir así, hay que cambiar al proovedor del panel B5501 pues salió defectuoso —dijo uno de ellos haciendo una mueca de fastidio.

—Hace dos meses fue el panel B5502. ¿Qué diablos pasa con los componentes que ya no los hacen como deben? —dijo otro mientras se jalaba los cabellos por la desesperación.

—Afortunadamente tenemos a “SAM” en control de calidad, no cabe duda que los Z38-A son difíciles de suplir, pero hay que volver a intentarlo, la gente clama por un modelo nuevo y mejor.

Mientras tanto, “SAM” se conecta apresuradamente a su fuente de poder, todos sus sistemas internos vuelven poco a poco a la normalidad después de haber experimentado un caos interno que lo hizo descartar sin razón al Z38-B y que a su vez le causó un consumo excesivo de energía. Él no lo sabe, pero las debilidades humanas, como si de virus se tratase, han encontrado la forma de instalarse en su corazón de fibra de vidrio. Ya no hay perfección.

Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla