El Año Enmascarado.

Viendo hacia atrás en el tiempo, he decidido republicar este relato, con algunos cambios.

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Las ciudades pensaron que algo andaba muy mal cuando sobre sus lomos dejaron de pasar los usuales contingentes de personas, tanto en vehículos como caminando. Los pequeños pueblos turísticos languidecieron al ver que ya pocas personas acudían a admirarlos. Los animales también se habían confundido, perros y gatos sobre todo, vieron con extrañeza cómo sus amos se ponían lentes protectores y «bozal» para salir, actividad que cada vez hacían con menos frecuencia.

Las aves del cielo, atónitas, vieron disminuir los objetivos para depositar sus excreciones. Los muebles de las casas, al sentir el peso de sus dueños a todas horas tuvieron ganas de desaparecer. Las viviendas se cansaron de la constante presencia de sus habitantes: “¿cuándo volveremos a estar solas?” se habían preguntado mientras lanzaban suspiros pesarosos que salían por las ventanas.


Las madres, tratando de volver normal lo anormal, inventaron relatos para sus hijos pequeños: «este año todos nos volvimos bandoleros, por eso nos tapamos los rostros»


En suma 2020, fue un año extraño, un año anómalo donde todo estuvo al revés. Sin embargo, para algunas personas aquello fue un sueño hecho realidad: a los que les costaba trabajo dar un beso o un abrazo estaban fascinados pues ya no tendrían que fingir. ¡Por fin se respetarían los espacios vitales! La distancia y el enmascaramiento ocultaban convenientemente las muecas de disgusto, aunque también, las sonrisas. Para los que añoraban el contacto piel a piel y la cercanía con sus semejantes se trató de una verdadera pesadilla.


La humanidad había tenido que aprender a hacer las cosas cotidianas de otra manera. Ciudades, pueblos, casas, mascotas también tendrían que resignarse a una nueva vida. En los anales de la historia de los animales domésticos, aquel año 2020 se conoció como “El Año Enmascarado”.


Y, sin embargo, al final de ese año desastroso, de la mano de la resiliencia humana llegó un atisbo de esperanza… Las mascotas compartieron, junto a sus dueños, ese sentimiento tímido de que todo iría mejor en los años por venir.

Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla

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LOS AMANTES

Una tarea: escribir sobre un cuadro.

Cuadro Los Amantes . Autor: Rene Magritte.

—¡Despierten! ¿Qué carajos ven en ese maldito cuadro? —el golpe propinado en la mesa fue lo suficientemente fuerte para llamar la atención de sus compañeras.

Tina hizo una mueca de hastío mientras observaba “Los Amantes” de René Magritte. La mirada de Renata denotaba un poco más de interés. Antonio había perdido la paciencia. Debían terminar entre los tres un relato inspirado en aquel cuadro extraño y no habían avanzado nada. Renata salió de la habitación y Antonio, molesto, empezó a guardar sus cosas. Pero la chica regresó con dos pañuelos blancos y se envolvió el rostro con uno de ellos mientras le lanzaba a Antonio la otra prenda. Tina comenzó a reír estúpidamente, pero luego calló al ver que el joven imitaba a Renata. Luego ambos se acercaron torpemente y unieron sus bocas cubiertas de tela. Así estuvieron mucho rato, tanto, que Tina acabó por irse.

Fue un beso extraño, revelador. La experiencia les habló de pérdidas y no solo sensoriales, también de amigos, amores y libertades. Acabaron llorando y comenzaron a escribir sobre un amor imposible. Al terminar el borrador, Renata se acercó a Antonio, esta vez con deseo. —Nosotros no somos ellos —le dijo mirando el cuadro. Él se acercó y unió su boca desnuda a la de ella, primero tiernamente y luego con fuerza.

Años después, viviendo juntos, una pandemia azotó la Tierra y la proximidad con otros se consideraba una amenaza. Abrazados en su cama durante el estricto confinamiento, recordaban esa experiencia:

—Fue una suerte encontrarte —dijo él acariciándola.

Ella apagó la televisión con el control remoto y acercó su boca a la de Antonio. Afuera, el mundo estaba oculto, pero ellos podían verse y amarse.

Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla

IR A CONTRACORRIENTE

En medio del caos 2020, hay luces de esperanza.

dibujo por Ana Piera /Tigrilla

Todos hemos estado ahí, en ese lugar al borde del abismo, cuando tienes la opción de saltar a un estado de tristeza o de plano depresión, o decides dar dos pasitos atrás y empiezas a dar gracias por todo lo que SI tienes.

Sin duda son tiempos difíciles. Hay que estar siempre conscientes de que para algunos lo es más que para otros. Aunque a veces sale nuestro yo egoísta a quien le vale un pepino los demás y solo quiere revolcarse en su pena. Está bien, siempre y cuando regresemos a ese punto donde damos esos dos pasitos atrás y nuevamente nos cuidamos a nosotros mismos y tenemos la capacidad de ser empáticos de nuevo. A veces hay cosas que ayudan.

Estos días la “cosa” que me ha ayudado mucho es el nacimiento de un nuevo integrante de mi familia: mi primer nieto. Y ahí tengo dos reflexiones al respecto: una: mi hijo me hizo abuela joven y pues por un lado quisiera ahorcarlo, (cosas de la vanidad), pero por otro, esa pequeña personita que acaba de llegar a este magullado mundo me da esperanza. Debo confesar que cuando supe del embarazo no me entusiasmé mucho, pensaba que no era momento para esto. Tendemos a pensar que lo que nos pasa es lo PEOR que ha pasado en este mundo y NO ES CIERTO. Una mirada al pasado nos confirma que todo el tiempo están pasando cosas que ponen a la humanidad a prueba y de alguna u otra forma salimos adelante.

Ir a contracorriente de todo lo malo que sucede es hacer una declaración de esperanza en un futuro mejor. ¿A ti qué te ayuda a seguir?, ¿qué te consuela cuando estás al borde del abismo?

Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla