La Ventana.

Mi participación para el VadeReto del mes de Junio: la directiva es que la protagonista pasiva sea una «ventana». Da clic en la imagen para visitar el blog Acervo de Letras, que tiene muchas cosas interesantes además de poder participar en los retos mensuales.

Cuando te mudas a otra parte, dejas un poco de ti en el lugar al que ya no llamarás “hogar”. Sin opciones, llegué a San Crisanto, que me recibió incompleto, además, sin sospechar la dura vida que me esperaba: soledad, calor infernal, mosquitos y un trabajo extenuante trabajando en la carretera transpeninsular. Mi único solaz era llegar por la noche a mi diminuto departamento y abrir la ventana para que la brisa marina me refrescara, curiosear hacia el exterior y fumarme dos cigarros antes de dormir.

Una noche especialmente calurosa, me di cuenta de que no estaba solo, advertí su presencia en una de las esquinas de mi vivienda. Fingí seguir dormido y sentí su desplazamiento mudo hacia el techo hasta colocarse encima de mí. Me asaltó su aliento, un olor como a flores mustias que me asqueó. Quise levantarme y huir, pero el miedo me había paralizado. Tras unos minutos aquella cosa se volvió a mover para desaparecer en la esquina por donde la vi por primera vez. Se trataba de una ventana, idéntica a la ventana de mi departamento, algo que no estaba ahí antes y que tenía la facultad de aparecer de improviso y trasladarse por las paredes.

Comencé a encontrármela cada vez que regresaba del trabajo. Con el tiempo sospeché que quizás lo que pretendía aquel ser era fundirse con la realidad. Algo se lo impedía y ahora estoy seguro de que era yo. Siempre que llegaba y desplazaba el vidrio de la ventana real, la otra se acercaba lo más que podía sin nunca alcanzarla.

Me planteé mudarme, pero parecía inofensiva y yo sentía un placer culposo de verla vagar sin lograr su cometido. Así pasaron unos meses.

La noche de mi desgracia percibí movimiento detrás de mí y volteé a tiempo de ver como el ente se colocaba en la pared opuesta, de frente a la anhelada realidad. La observé con la seguridad que me daban experiencias anteriores, nunca llegaría, estaba condenada a vagar por el departamento. Me sentí presa de un extraño frenesí y rompí a reír sin control. Ella también comenzó a reír, el sobrecogedor tono de su risa, desconocido hasta entonces, me heló la sangre. En un momento que jamás podré olvidar, vi con horror que aquella pesadilla, cual tren enloquecido, se iba acercando con ¡todo y pared hacia mí! Enmudecí y ahora la única risa que se escuchaba era la de ella. Yo no tenía escapatoria, lo único que podía hacer era tirarme por la ventana real, lo prefería a caer en las «fauces» de aquella extraña entidad, donde quién sabe qué locuras me atormentarían. La habitación se fue reduciendo con rapidez y lo último que percibí fueron mis ojos desorbitados reflejados en el ventanal maldito.

Con un grito gutural me aventé a la calle, donde no morí, no sé por qué razón. Nunca más salí del hospital; cuando mi cuerpo físico sanó, me trasladaron al pabellón de siquiatría. Aquí me han repetido hasta el cansancio que lo que experimenté nunca pasó y que esa ventana nunca existió, pero yo no estoy tan seguro.

A veces me quedo viendo a la nada, imaginando lo que ahora será el departamento de la ventana imaginaria.

Autor: Ana Laura Piera

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Mal Alumno. Microrrelato.

Mi participación en el reto de Lidia Castro Navás «Escribir Jugando» del mes de Junio. Consiste en hacer un relato de máximo 100 palabras, inspirado en la carta y que contenga algo relacionado con el planeta Plutón. Opcional incluir algo relacionado con la «penicilina».

Estoy muerto: no respiro, y mi cuerpo, aunque conserva su forma, ha perdido solidez. La penicilina no me pudo salvar.

Un oráculo anunció que el dios del inframundo me esperaba. Una figura barbada, imponente y de aire severo, se materializó y ahora tintinea unas llaves frente a mí, como diciendo que las puertas de la vida se me han cerrado para siempre. Al lado, un temible perro de tres cabezas, gruñe y ladra rabiosamente. ¿Será «Cerbero»?, y el dios, ¿«Plutón»?

Nunca imaginé la muerte así. Ahora lamento no haber puesto más atención en mis clases de mitología…

99 palabras.

Autor: Ana Laura Piera.

Nota: Plutón es el dios del inframundo romano, equivalente al Hades, griego. Cerbero o cancerbero era el perro del dios. Se aseguraba que los muertos no salieran del Hades o inframundo y que los vivos no pudieran entrar.

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Toñito – microrrelato.

Mi participación en el reto de El Tintero de Oro: La Paleta de las Emociones, consiste en escribir un micro inspirado en una emoción como mínimo.Yo utilicé: alegría, confianza, miedo, tristeza, remordimiento.

Imagen generada por inteligencia artificial

La llegada de Toñito me hizo sentir liviana, como una pluma flotando en el viento. Sus hermanos ya eran mayorcitos y yo extrañaba cuidar un bebé.

Aborrecida por ellos, de esa familia nunca supe ya nada, y con el tiempo solo recordaría a Toñito, eternamente congelado en los dieciocho meses y en el día en que lo tiré por accidente y los médicos dijeron que crecería jorobadito. Después de eso, siempre me faltó el aire y todas las desgracias las atribuí a una suerte de justicia divina. Incluso cuando un fuereño me violó y quedé embarazada creí que me lo merecía. Fantaseaba que al nacer, también tiraba a mi bebé y quedaba jorobado, volviendo el equilibrio a mi mundo.

Una noche arropada en niebla nació José. «No podías haber tenido un muchacho más sano, Chayito» dijo el doctor mientras lo ponía en mi pecho. Juro que me arrepentí de mis pensamientos y le prometí cuidarlo.

A José no lo tiré yo, sino un caballo encanijado, y ahí empezó otro calvario. Acabé en Guadalajara, en una clínica muy elegante, frente a un afamado especialista de columna, muy joven y bien parecido, pero jorobado. Nada más verlo supe quién era y sentí que el piso se abría bajo mis pies. Con mis ojos nadando en lágrimas, le confesé que yo había sido su nana y la causante de su desgracia.

Mi hijo volvió a caminar y yo ya puedo respirar. El perdón sabe a gloria.

244 palabras

Autor Ana Laura Piera.

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Yo, El Villano (revista digital).

El blog «El Tintero de Oro» presenta El Club de La Microficción No. 7 titulado «Yo, El Villano» donde esos personajes antagónicos son los que toman la palabra para contarnos la historia. Puedes leerla en formato de revista digital que se puede descargar en la plataforma LETKU o, si lo prefieres la puedes leer en YUMPU de forma online ¡facilísimo! Como si estuvieras leyendo una revista, solo tienes que dar clic en la imagen que aparece a continuación:

En mi caso yo participo con un relato llamado «Sublevación». Si das clic te lleva directamente a él si gustas leerlo directamente.

Por último te recomiendo mucho que visites el blog El Tintero de Oro, que tiene muy buena información para escritores, concursos, retos y mucho más.

Gracias por leer.

Ana Piera (con información de El Tintero de Oro).

Gajes del Oficio. Microteatro.

Mi participación para el reto del Microteatro del mes de Mayo del blog Literature and Fantasy de la compañera Merche. Requisito: debe versar sobre el teatro, es decir, el microteatro dentro del teatro: sobre actores ensayando, sobre una obra en concreto, sobre lo que significa el teatro, sobre la vida escénica, etc. 

Foto de: Eduardo Pastor – Unsplash

ESCENARIO:

El escenario mismo del teatro.

PERSONAJES:

SILVIA BENÍTEZ. Una mujer ya no tan joven, guapa, vestida de forma algo vulgar, llaman la atención sus enormes pechos. Aspirante a obtener el papel de María Cristina, personaje principal de una obra de teatro.

JUSTO SALDIVAR: Un hombre, gordo y bajito, vestido con una túnica oriental demasiado larga para su estatura, por lo que la arrastra visiblemente. También trae puesta una chichonera roja, de esas que usan los boxeadores. En la obra de teatro es «el Moncho», antagonista.

DIRECTOR: (No se ve, solo se oye la voz).

DIRECTOR: (Jovial).

—¡Silvia Benítez! Hace algunos años estaba usted muy activa en el mundillo teatral, pero se nos desapareció. ¡Bienvenida! Un gusto tenerla hoy. ¿Sabe de qué trata el papel, verdad?

SILVIA: (Mira hacia arriba y mueve la cabeza como buscando la voz. Luego habla con cierta timidez).

—Sí… Por lo que leí se trata de una recién llegada de Argentina a México, de nombre María Cristina y a quien, por cuestiones de mafias, le espera una encerrona tendida por un mexicano de malas intenciones.

DIRECTOR: (Entusiasmado)

—¡Excelente! Le presento a Justo Saldívar, el antagonista, en la obra se le conoce por su apodo del «Moncho». Intentemos la escena donde el «Moncho» la amenaza.

AMBOS ACTORES, CON PAPELES EN LAS MANOS, DAN UNA ÚLTIMA HOJEADA A SUS PARLAMENTOS Y SIN SOLTARLOS SE PREPARAN PARA LA ESCENA

JUSTO en su papel de Moncho: (Se acerca a la mujer por detrás sin que ella lo note y luego le habla en tono amenazante)

—Pensaste que te ibas a librar, pero estás muy equivocada, nunca debiste regresar a México. Mi jefe está encabronadísimo por lo que le hiciste y me ha pedido que te dé tu «bienvenida». ¿Cómo ves?

SILVIA en su papel de María Cristina: (Voltea de forma dramática y mira al «Moncho» fijamente, primero muy seria, luego empieza a tratar de controlar la risa, pero acaba por romper en carcajadas histéricas).

DIRECTOR: (Muy serio)

—¿Qué le causa tanta gracia Silvia?

SILVIA: (Partida de risa y explicando todo de forma entrecortada).

—Es que… es que… me da risa cómo está vestido mi compañero, y ¡esa chichonera! ¡Ja,ja,ja!

JUSTO: (Indignado)

—Mire Silvita, debo usar esta chichonera en los ensayos, ya que soy proclive a desmayos por una encefalitis mal cuidada. Pero nunca, oígame bien: NUNCA, me sucede durante las funciones. No se burle.

DIRECTOR: (Enojado)

—¿Quiere o no el papel Silvia? No nos haga perder el tiempo.

SILVIA: (Poniéndose seria)

—Sí, lo quiero. Disculpen.

DIRECTOR:

—Bueno, bueno, prosigamos ahora desde la respuesta del «Moncho».

AMBOS ACTORES SE COLOCAN FRENTE A FRENTE.

SILVIA (en su papel de María Cristina, con acento argentino).

—¡Deje de decir boludeces! Debería de avergonzarse de trabajar para ese mal parido que lo manda a hacer su trabajo sucio.

JUSTO (en su papel de Moncho, mirando de fijo los pechos de la actriz y tartamudeando).

—Este… si… yo…

DIRECTOR:

—¿Pasa algo, Justo? ¿Por qué está tartamudeando hombre?

JUSTO: (acalorado y sin despegar la vista de los pechos).

—Discúlpeme Sr. Director, es que no todos los días se ven «estas» cosas.

SILVIA: (Indignada)

—¡Deje de verme así! ¡Degenerado!

DIRECTOR: (Fastidiado)

—Tomémonos unos diez minutos de descanso, los quiero frescos y concentrados para el siguiente ensayo y recuerde, Silvia, usted todavía no tiene el papel, y usted, Justo, tenga presente que nadie es indispensable.

AMBOS ACTORES ASIENTEN AVERGONZADOS. LAS LUCES SE APAGAN Y SOLO SE ESCUCHAN LAS VOCES DE JUSTO Y SILVIA CUCHICHEANDO

SILVIA: Le advierto que si no me respeta yo…

JUSTO (interrumpiendo): En ningún momento le falté al respeto, en cambio usted sí se burló de mí. ¡Insensible!

SILVIA: (indignada) ¿Insensible? ¡Ahora me viene con ésas!

RUIDO DE PASOS QUE SE ALEJAN.

Autor: Ana Laura Piera.

Gato.

Mi participación para el VadeReto del mes de Mayo. Para saber las condiciones del reto te invito a entrar en el link.

Bastet por Fiona Hsieh

«Gato» está nervioso, tiene las pupilas dilatadas, el pelaje erizado y los bigotes rígidos. Sí, su nombre no es muy original, pero desde que lo vi en la basura, en medio de sus hermanos muertos, supe que sería simplemente «Gato», pues como todos los anteriores, pasaría por mi vida de manera fugaz y no había necesidad de buscarle otro nombre. Lo recuerdo claramente: negro como el carbón, famélico y con su diminuta boca abierta, de la cual, a pesar de sus esfuerzos, ya no salía ningún ruido.

Me gusta rescatar michos, a menudo los encuentro abandonados, hambrientos… golpeados. Yo los ayudo y luego les busco una familia, aunque por alguna razón él ha sido el único con el que me he quedado.

—«Gato», ¿qué diablos te pasa?

Saco un sobre de comida húmeda, de esas finas y costosas, para ver si al menos logro que cambie su actitud, mas ni siquiera se acerca a su plato. Me tiro en el sofá, estoy preocupado y me siento impotente. «Si sigue así, mañana temprano lo llevaré al veterinario». Trato de relajarme con ese pensamiento, pero caigo en una somnolencia ligera y fatigosa. «Gato» hace sonidos angustiantes que me despiertan. De repente ya no lo escucho y noto que estoy deslizándome en un sueño profundo cuando una voz, como un trueno en la noche, rompe el silencio:

«¡Abre los ojos!»

Sobresaltado, miro para todos lados y lo que veo me deja de una pieza. Un cuerpo femenino con una cabeza felina. Yo conozco esa cabeza, es «Gato». La figura va vestida de lino blanco y fino, tiene un aire majestuoso y me observa con una mirada amarilla e intensa que me pone los pelos de punta. La imagen me es familiar, ¿en dónde he visto algo parecido?

«Es hora.»

Mi lengua no me responde. Solo puedo pensar lo que quiero decir, «¿hora de qué?» Como si leyera mis pensamientos, escucho:

«De la venganza, y tú me ayudarás»

Ahora la identifico: es la diosa egipcia Bastet. Casi no me lo puedo creer y pienso que estoy bajo los efectos de alguna alucinación o pesadilla; cierro los ojos, pero al abrirlos ahí sigue, magnífica y terrible, no sé que papel juego yo en sus planes, solo sé que seré su fiel servidor.

Autor: Ana Laura Piera

nota: Bastet o Bast es una diosa del antiguo Egipto, adorada desde la Segunda Dinastía (2890 a. C.). Representa la protección, el amor y la armonía. Protectora de los hogares y templos. Fue la diosa de la guerra en el Bajo Egipto, región del Delta del Nilo, antes de la unificación de las culturas del antiguo Egipto.​ Se representaba bajo la forma de un gato doméstico, o bien como una mujer con cabeza de gato.

https://bloguers.net/literatura/relato-para-el-vadereto-del-mes-de-mayo/

Diferente – Microrrelato.

Mi particpación en Escribir Jugando del mes de Mayo. Condiciones del reto: escribir un relato de no más de cien palabras, inspirado en la carta, que tenga algo relacionado con la runa «wunjo», y opcional, que se incluya algo relacionado con esta flor de Saint Germain: Abies de Lourdes.

—¿Qué le pasa a Mira? —preguntó Jano a su mujer—. La veo practicando con su arco como una posesa.
—Le dije que la runa Wunjo marca que vendrá alguien a desposarla —dijo Frida—, pero dice que matará a cualquier pretendiente. Habla con ella, que deje de vestirse como varón, ¡que acepte su destino!

Al otro día Frida miró extrañada la canasta con flores que le extendía Jano.

—Te darán fortaleza y te animarán a ver no solo lo que dice la runa, sino lo que quiere nuestra hija, ¡déjala en paz! Desde siempre supimos que ella era diferente.

99 palabras incluyendo título.

Autor: Ana Laura Piera.

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¿Madrugar o trasnochar? – Microrrelato.

Mi participación para el reto creativo de la compañera Merche, desde su blog «Literatureandfantasy.blogspot.com» El juego consiste en decir un refrán y cambiarle el significado, ya puede ser algo totalmente ilógico o algo relacionado con las palabras que contiene. 

Photo by cottonbro studio on Pexels.com

A Carmilla la hora de comer la ponía pensativa. Una frase que había leído en otro tiempo, le revoloteaba en la cabeza:

«Al que madruga Dios lo ayuda»

¿Qué frase sin sentido era esa? ¿Madrugar? En su mundo no había sol, ni mañanas, tan solo una noche eterna, y no estaba mal, pues era en esa noche interminable donde sucedían las mejores cosas, esas que le ponían sal y pimienta a la vida.

La joven terminó de succionar e hizo a un lado el cuerpo exámine con pena, pues hacía tiempo que no probaba un manjar tan bueno. Ideó, divertida, una alternativa para aquel dicho:

«Al que trasnocha, la vida nada le reprocha»

Autor: Ana Laura Piera.

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«Agua de Fuego» – Microteatro

Mi participación en el «reto del Microteatro del mes de Abril» de la compañera Merche desde el blog «Literature and Fantasy blogspot.com» deberá versar sobre el agua ya que se inspira en el refrán: » En abril, aguas mil».

Escenario:

La escena es una selva tropical.

Personajes:

Robinson Crusoe y Viernes, sentados en un claro de la selva

Viernes (haciendo seña de que necesita beber algo, Robinson toma un coco y le ofrece, pero Viernes la rechaza con vehemencia y vuelve a hacer seña de que necesita beber)

Robinson:

—¿Y ahora qué mosca te ha picado Viernes? ¡Decídete!

Viernes: (Haciendo un gran esfuerzo en hablar y haciendo señas de que necesita beber)

—Yo… Necesitar… Agua, agua de fuego.

Robinson: (Extrañado)

—¿«Agua de fuego?» ¿De qué hablas?

Viernes:

—Agua de… Fuego… ¡Yo querer!

Robinson:

—No te entiendo.

Viernes: (Se para)

—Yo querer… Agua que… Se siente… Como fue…go (se toca la garganta de forma dramática como si le quemara) y también… Te pone… Feliz (y hace un bailecito torpe con cara de tonto)

Robinson se le queda viendo aun sin entender.

Viernes:

—¡Agua de… Fue…go! (Y hace gesto de que bebe algo y luego se pone a caminar tambaleándose, luego va y simula vomitar, luego se acuesta en el piso y hace como que duerme y ronca, luego se levanta y mira a Robinson, expectante).

Robinson:

—¡Vaya! (Robinson se levanta enojado) Agua de fuego… Agua de fuego… ¡Granuja! Seguramente me has espiado y a mis espaldas te has echado tus tragos. ¡Quieres alcohol! Creo que te he dado un muy mal ejemplo Viernes. No te puedo dar de esa agua, es mala para ti. (Dice enfático)

Viernes: (Enojado)

—Amo… ¿Por qué… Tu… Sí y yo no?

Robinson:

—Ya te lo dije Viernes, el agua de fuego es dañina. No quiero que te envicies. (Luego, mirando al público y diciendo como un secreto), «además las pocas botellas que pude rescatar del naufragio son limitadas y si Viernes se aficiona se acabarán antes de que me rescaten». (Se dirige a Viernes) ¡Te prohíbo que tomes «agua de fuego»! ¡Y deja de espiarme o te golpearé tan fuerte que te dejaré sin dientes!

Viernes baja la cabeza y luego camina hacia el público:

—Amo malo, yo… No… Entender.

Viernes recoge un coco y se pone a cortarlo (de mala gana) para poder beber agua de coco, Robinson aprovecha que está distraído y saca una botella con «agua de fuego» y toma un trago a escondidas y luego guarda la botella con rapidez. Mira al público y pide discreción a señas.

Autor: Ana Laura Piera

https://bloguers.net/literatura/agua-de-fuego-microteatro/

Perdido

Mi participación para el VadeReto del mes de Abril 2023. Condiciones: escribir un relato inspirado en la palabra «perdida (o perdido)», como requisito se pide que se intercalen tres palabras «raras», inventadas, o de uso poco frecuente, en mi caso he puesto tres palabras «raras» del idioma italiano.

Llega la noche y con ella, las horas más agradables de esta difícil travesía. Liberados del sol inclemente y aliviados del intenso calor diurno, podemos por fin echarnos a descansar encima de alguna esterilla puesta sobre la cubierta. Hay poco espacio disponible en medio de los cuerpos fatigados de otros compañeros y bultos con sus pertenencias personales, pero siempre hay un hueco para dormir. Es hora de olvidarnos un poco de la sed y el hambre mientras paseamos nuestras miradas por las estrellas.

Los ruidos que hace el viento jugando con las velas, los crujidos de la madera y el golpeteo de las olas en el casco normalmente nos arrullan, pero hoy pocos duermen. Escucho jirones de conversaciones hechas en voz baja, de repente alguien levanta la voz mientras otros le hacen callar mediante siseos desesperados. Y es que una mezcla peligrosa de enojo y miedo se pasea por la cubierta. A estas alturas de la travesía ya deberíamos de haber avistado tierra, mas no es así. Con nuestro pan agusanado a punto de terminarse y lo que nos queda de agua a nada de pudrirse, hay preocupación.

El día que vi por primera vez la Nao Santa María no pude dejar de exclamar: «¡Sovramagnificentissimamente!» (¡Mucho más que magníficamente!), admirado del tamaño y gallardía de la nave, —antes solo había estado a bordo de carabelas, que son más pequeñas—. Sin embargo, desde que puse un pie en ella, no he dejado de sentir que algunas cosas ya las he vivido. Cuando veo al capitán general, Ruy González salir de su camarote con el astrolabio y el cuadrante a hacer sus mediciones, tengo la certeza de que si se me diera la oportunidad, yo sabría usar esos instrumentos a pesar de nunca haberlos tenido en mis manos. Solo yo sé leer la mirada gris del capitán, una mirada llena de perplejidad al darse cuenta de que los resultados no coinciden con sus proyecciones. Su actitud me recuerda algo, y no sé precisar de qué se trata. Todo esto me llena de inquietud y de angustia, me siento perdido y fuera de lugar.

Con el nuevo día inician otra vez las penurias, pero esta vez hay un rayo de esperanza: hemos logrado avistar aves y los ánimos de todos mejoran notablemente, ¡la tierra debe estar cerca!

A ratos me abstraigo de mis labores marineras y tengo visiones; hay una en especial que se repite: Somos observados por personas cuyo cuerpo desnudo tiene el color de la canela y cuyas cabezas están coronadas por extraños y coloridos tocados de plumas. Otro genovés llamado Luca Canessa me saca violentamente de mis ensoñaciones: «¡Cazzo! (¡joder!), ¿qué diablos te pasa?».

La noche del 11 de octubre la inquietud no me deja descansar, es como si tuviera una premonición. Después de medianoche, un grito que no me sorprende, rasga las tinieblas. Desde La Pinta, una de las carabelas que conforman nuestra pequeña flota, el vigía ha gritado «¡Tierra! ¡Tierra!», y todos, «precipitevolis­simevolmente», (frenéticamente), impulsados por un invisible resorte, nos hemos levantado a otear el horizonte; oscura y magnífica, la silueta de lo que parece ser por fin la costa de las Indias aparece ante nuestros cansados ojos.

Ruy González salió eufórico de su camarote y los marineros, al verle, caen de rodillas ante él, le besan las manos. Yo miro las mías y siento que esos besos fueron para mí en otro tiempo. Que hubo otra vida donde yo fui él. «Colón, no pongas esa cara de idiota que hemos encontrado tierra, ¡estamos salvados!», me grita Luca con una sonrisa de oreja a oreja y yo solo alcanzo a devolverle una media sonrisa en medio de mi confusión.

Autor: Ana Laura Piera

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