Mi participación en el VadeReto de marzo 2023 del blog Acervo de Letras. Este mes el tema es la Alegría y el reto es inspirarnos en la imagen y hacer un relato relacionado con el tema del mes.

Nada más llegar a la playa, corrí emocionada hasta que los frescos brazos del mar me sostuvieron. Envuelta en ellos, miro divertida a Alex que se va metiendo por partes, haciendo grandes aspavientos cada vez que las olas lamen alguna parte de su cuerpo, pues para ella, el agua siempre está fría sin importar la época del año. Después de treinta minutos, por fin ha logrado entrar por completo y unírseme. Ahora ambas platicamos, reímos y jugamos cual dos adolescentes.
El tiempo ha pasado y hemos permanecido cerca de la orilla cuando de repente, algo roza mi pierna y me invade una sensación de pavor, por mucho que me guste el mar, siempre estoy muy consciente de que abajo del agua se mueven «cosas». Alex ríe de buena gana ante la cara que he puesto y luego ella también muda su semblante al sentir lo mismo que yo, y escandalosa, como es, grita, mientras intenta salir a toda prisa. Algunos niños que nadaban cerca la imitan.
No sin algo de repugnancia, tomo entre mis dedos lo que me ha rozado: ¡un trozo de plástico! Luego veo pasar a mi lado algo amarillo, que resulta el envoltorio de un caramelo, y así de repente llega una nata de desperdicios: bolsas de frituras, pedacitos de plástico que de tanto navegar se han ido desintegrando hasta quedar hechos jirones. Salgo hacia la playa, no sin antes recoger lo más que puedo para tirarlo en la basura. Luego Alex y yo entramos y salimos varias veces del agua, llevando los residuos hacia un contenedor que se encuentra ahí para tal efecto, y después, seguimos recogiendo basura, pero ahora en la playa: latas de cervezas, plásticos de todo tipo, juguetes olvidados…
—¡Nunca había visto esto tan sucio! —exclama Alex indignada—, mientras tira en el contenedor la suela de un zapato, que a fuerza de flotar por el océano se ha ganado ya un lugar en la marina nacional.
—¡Mira! —le señalo con el dedo a un par de niños que nos imitan recogiendo desperdicios y llevándolos a la basura. Más tarde, sus padres, avergonzados, se han levantado también de sus mullidas tumbonas y se han unido a nuestra improvisada cuadrilla de limpieza.
Cada vez más niños y adultos se suman a nuestros esfuerzos y miro a Alex y constato que a ella le embarga la misma alegría que a mí. Después de la faena, los chicos, sudorosos, se dan un chapuzón juntos y luego salen para jugar futbol. Las niñas platican animadamente mientras el suave oleaje les moja los pies.
El sol empieza a morir entre los cerros y a regalarnos los clásicos colores del atardecer, todos nos juntamos para apreciarlo, los chicos ríen, los padres se abrazan, y Alex y yo sabemos que aún queda sitio para la esperanza.
Autor: Ana Laura Piera
¡Hola, Ana! Habrá que pensar en eso, sí, que aún queda sitio para la esperanza. Me da miedo pensar en un futuro lleno de basura, contaminación, sin agua…, es a lo que vamos y como todos no pongamos algo de nuestra parte, nos vamos a cargar el planeta antes de tiempo… Muy buen relato. Ojalá algún día nos podamos juntar todos a celebrar que todo eso, de verdad, se ha terminado. Un abrazo. 🙂
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Así es Merche, muchas gracias por pasar y comentar.
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Nos quedaremos con la parte buena, y es el como relatas ese atardecer de playa juegos y una gran sintonía con el paisaje de esa fotografía que te traslada al pasado cuando teníamos solo unos pocos años. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO
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Saludos Jerónimo, gracias por pasar y comentar.
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Solidaridad en la desgracia. Solidaridad que une y que aunque sea impotente para arreglar el desastre, al menos es consuelo.
Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.
Un abrazo
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Así es Dr. Krapp. Muchas gracias por leer y comentar. Saludos.
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Caray, que miedo da pensar que llegaremos a un mundo sin lo necesario. Mejor quedarse con esa parte que da esperanza. Un abrazo.
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Muchas gracias por leer y comentar. Esperemos que algo se vaya sembrando en las nuevas generaciones y se evite el desastre. Saludos.
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Yo creo que este relato tiene ademas otro mensaje. Asociamos, normalmente, la solidaridad y la cooperación con historias tristes, desgarradoras en demasiadas ocasiones, pero hay un bien implicito en todo ello, y el bien, hacer el bien, procurar el bien, nos acerca a la alegría. Alegria propia, y alegría que procuramos a los demás. No alegría de risa, pero sí alegría de satisfacción. Alegria y bien. Alegria haciendo el bien. Alegria en el reto, y en la foto, que has sabido unir en esta historia. Se lee con alegría, una alegria que crece a medida que desarrollas el relato, conforme mas y mas gente se suma a ese impulso. Incluso aunque se expone un problema, porque te centras en la solución.
Un abrazo.
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Subrayo y reafirmo cada una de tus palabras, Isra y las multiplico por mil.
Abrazo compartido para todos.
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Gracias…
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Hola Isra, así es, lo interpretaste perfecto. Gracias por pasar y comentar. Saludos.
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Hola, Ana.
Un relato precioso en su narración, pero todavía más en la esperanza que contagia. Esas dos chicas son un maravilloso ejemplo que, ojalá, se propagara más rápido que una pandemia, como en el relato.
Esa última frase hay que resaltarla en grandes MAYÚSCULAS, subrayada y hasta en colores:
«SABEMOS QUE AÚN QUEDA SITIO PARA LA ESPERANZA».
Gracias por transmitirnos estos maravillosos sentimientos y por escribir tan fabulosamente bonito.
Un Abrazo.
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Gracias José, los problemas son grandes y complejos pero creo que si se planta la semilla, ésta puede dar frutos, ésa es nuestra esperanza. Gracias por comentar y por tus maravillosos retos.
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Sin lugar a dudas el ejemplo es la mejor herramienta de concientización pues hace que otros se integren a la tarea, aunque habrá muchos desentendidos en el alrededor, muy lindo relato. Tenemos que descubrir que el ejemplo somos nosotros y no esperar a que otros lo hagan. Abrazo y gracia por sensibilizar de una forma tan hermosa
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Gracias Themis, una semilla pequeña puede dar gran fruto, ésa es nuestra esperanza. Por eso, sembremos. Saludos.
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Ana! Me estaba poniendo triste, de verdad, con todos los hallazgos en el mar. Pero qué poder ejerce la palabra «esperanza». Y sí, nos preocupa y duele lo que está sucediendo, pero sí, quiero mantener la esperanza.
Un gran saludo Ana 💐🌹
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Hola Maty, es triste ver las playas de nuestro país sucias y a la gente con la mentalidad de dejar su basura para que otros la recojan y que les valga gorro si el mar se la lleva. Pero si plantamos en las nuevas generaciones la semilla correcta, quizás podamos ver cambios de mentalidad. Al menos ese día en la playa (porque fue una historia verídica), los niños respondieron y ayudaron y se pudo platicar con ellos la importancia de cuidar nuestras riquezas naturales. No perdamos la esperanza. Gracias por comentar. Saludos.
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Esfuerzo, entrega y esperanza, esa es la medicina.
Gracias Ana por compartir tan bellas experiencias.
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Muchas gracias por visitarme y por tu comentario, saludos.
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Gracias a tí Ana
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Es un ejemplo más habitual de lo que parece. Al menos con la porquería flotante, que cruza el océano y acaba naufragando sobre las orillas del Atlántico, dónde cada primavera sacamos algunas toneladas. Lo malo. esta en la otra parte, esa que se hunde hasta el fondo.
Un abrazo.
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Sí, es una pena. Esperemos que en algún momento se tome conciencia de este problemón. Saludos Carlos.
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La mitad del mundo ensuciando y la otra mitad limpiando. ¿Cuál será el final?
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Espero haya más limpiando que gente ensuciando pero…
Saludos.
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Lo he leído con mucho interés. Sabes mantener la atención desde la primera línea. Tiene detalles preciosos en relación con la armonía de las personas, la alegría que envuelve a todos los personajes. Lo he notado como si se tratara de un sueño, en ese recoger basura del mar, pues es algo completamente inesperado, que no esperas. Crea, y quizás es subjetivo en mí, un efecto extraño, algo surrealista, que me gusta. Muy, muy curioso. Excelente crítica ecológica con una visión constructiva, haciéndonos ver que hay personas buenas y conscientes. De más está decir que narras muy bien, sea el tema que sea.
¡Un abrazo, Ana!
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De la pena a la esperanza, una historia optimista y soñadora.
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Gracias por pasar, Joiel.
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