Nochipa: en náhuatl significa «Eterna»
Mi participación en el VadeReto del mes de Noviembre, con la muerte como tema. Tiene algunas condiciones: el escenario deberá ser bastante tétrico y segundo, dentro de la trama debe de haber algún elemento mágico o fantástico. Como buena mexicana y a petición de JascNet, el dueño del blog Acervo de Letras, quien convoca a este reto, traté de explicar un poco de las celebraciones en mi país. Si hay alguna duda no dudes en dejármela en los comentarios y con mucho gusto responderé.

Lo último que recordaba Nochipa, era estar en cuclillas, empapada en sudor. El humo de la resina aromática de copal era tan denso, que ni siquiera podía ya distinguir su vientre embarazado. Algo estaba mal, pues ya no sentía dolor y las desesperadas voces de la comadrona y sus ayudantas le llegaban de muy lejos. Aguzó el oído, pero tampoco escuchó el llanto de su bebé. La envolvió la oscuridad y pensó con resignación que habían muerto en el parto.
Siempre estuvo consciente de que la existencia humana incluía la vida y la muerte. Así como en tiempo de secas todo moría para renacer con la lluvia, la muerte no era absoluta, simplemente se seguía existiendo de otra forma. Por todo lo anterior, se sentía tranquila. Si el fruto de su vientre había fallecido, a él le esperaba un tiempo en el Chichihuacuauhco, donde un árbol nodriza acabaría por amamantarlo y después los dioses lo enviarían de nuevo al mundo de los vivos para que tuviera una segunda oportunidad; y en caso de haber sobrevivido, su padre, Mázatl, le cuidaría con esmero.
En cuanto a ella, dar a luz se consideraba un combate, si perecía en el trance, se volvía una guerrera, y su destino no podía ser más glorioso: acompañar al dios Sol, desde el mediodía hasta que este desaparecía en el horizonte. Antes de eso, correspondía a los guerreros muertos en la guerra o sacrificados ritualmente, escoltar al astro.
Pensó en Mázatl. Su esposo estaría supervisando muy serio que los ritos funerarios se cumplieran a cabalidad. Organizaría a la familia, a las parteras y a las ancianas para resguardar con fiereza sus restos, pues se consideraba que incluso un dedo suyo podía conferir gran poder en la batalla y no faltaría quien quisiera hacerse con una parte de ella para obtener protección y victoria. Lavarían su cuerpo con agua de flores aromáticas y lo depositarían en un templo, junto a ofrendas que le asegurarían su paso y subsistencia en el más allá. La cremación, que era la norma, no aplicaría para ella. Conociendo a Mazatl, estaba segura de que este sentiría un poquito de envidia de su destino junto al Sol.
Nochipa reflexionó que ya era hora de que vinieran a buscarla las Cihuateteo, otras mujeres muertas en la labor de parto, y que serían sus compañeras. Deseaba salir ya de aquella negrura y silencio. La inquietaba no saber dónde se encontraba.
¿Se habrán equivocado los dioses?—se preguntó—. Quizás creían que había muerto ahogada, en cuyo caso iría al Tlallocan, reino de Tláloc, dios del agua. O quizás pensaban que había muerto de cualquier otra cosa y entonces tendría que hacer el temido viaje al Mictlán, donde viajaría por cuatro años, pasando retos y dificultades hasta alcanzar por fin la residencia de la pareja creadora de todos los dioses: Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl quienes liberarían finalmente su alma. Esperaba de corazón que los dioses no fueran tan atolondrados y que no la mandaran donde no era.
Estaba atenta por si sentía llegar al perro que acompañaba a los muertos en su viaje al Mictlán y que solo aparecía si en vida, la persona había sido buena con los canes. De repente, como si alguien prendiera una lámpara, apareció una diminuta luz en medio de aquellas tinieblas y hacia allá se dirigió. Conforme se acercaba, aquel resplandor iba en aumento. Se encontró de frente con una ofrenda fuera de lo común: Estaba compuesta por flores amarillas, que reconoció como la tradicional flor de Cempasúchil. La luz provenía de unas «antorchas» muy pequeñitas de color blanco y con una llama insignificante, pero que en conjunto alumbraban bastante. Había también «estandartes» de vivos colores, alusivos a la muerte, hechos de un finísimo papel picado, desconocido para ella. Vió símbolos extraños: unos maderos cruzados, parecidos al nahui ollin, que representaba el eje del cual partían los rumbos del universo. Abundaba la comida y la bebida, algunas servidas en las familiares jícaras, pero otras estaban presentadas en formas tan raras que su idioma no tenía las palabras para describirlas.
¿Se encontraba acaso en su propia tumba? ¿Rodeada de sus ofrendas fúnebres? Parecía improbable dada la cantidad de cosas que no reconocía, además, no veía su cuerpo extendido, o un fardo funerario. Su corazón conoció un nuevo nivel de angustia cuando se dio cuenta de que todo a su alrededor le era ajeno: ni el mobiliario, ni el tipo de construcción, ni los adornos. ¿Y qué clase de magia era esa, que se veían imágenes de personas, como si estuvieran vivas? ¿Dónde se encontraba?
De repente escuchó pisadas suaves y el jadeo de un perro. Se alegró de ver por fin a un Xoloitzcuintle, un perro pelón con tan solo una mecha rebelde de pelo en la coronilla. Soltó un suspiro de alivio: prefería ir al Mictlán y pasar los cuatro años de penurias que asustada en un lugar tan extraño. El «Xolo» se le quedó mirando atenta e inteligentemente y comenzó a caminar hacia las oscuridad, por donde Nochipa había llegado. Daba unos cuantos pasos y luego se volvía hacia ella, parecía querer asegurarse de que lo seguía. «Me está guiando hacia el Mictlán» —pensó, pero estaba equivocada.
Ya no podía distinguir nada, solo escuchaba al perro, pero ese ruido reconfortante, combinación de pisadas y respiración, cesó de repente. Sintió pánico de haberse quedado sin su guía. «Estoy igual que al principio» —supuso desconsolada—.Luego, escuchó música: sonidos de flauta, tambores, y dulces cánticos de mujeres. El corazón se le llenó de regocijo al sentirse rodeada de muchos brazos femeninos que la elevaron y comenzó a vislumbrar finalmente la cálida luz del Sol del atardecer dándole la bienvenida.
Lejos de ahí un par de dioses discutían:
—¡Fue tu culpa!
—Me distraje un poco, pero ya pasó.
—¡Nochipo tuvo un atisbo del futuro!
—No lo entendió, no te preocupes.
—Ya no queda mucho futuro, ¿lo sabes, verdad?
—Claro que lo sé. Pero algo de nosotros, permanecerá por siempre…
Autor: Ana Laura Piera
Nota:
Antes de la conquista española, los mexicas y su imperio, que dominaba en gran parte de Mesoamérica, dedicaba todo un mes de celebraciones funerarias dedicadas a los muertos adultos y otro mes dedicado a los niños de tierna edad o no nacidos. Con la conquista, se da un sincretismo: se juntan las celebraciones prehispánicas con la celebración europea de «Todos los Santos» y se «acortan» las fechas, quedando el 1 y el 2 de noviembre, para celebrar a los que ya partieron.
Gran parte de las celebraciones que vemos hoy, tienen un trasfondo europeo: por ejemplo, el pan de muerto: en la época prehispánica no se conocía el trigo, sino el maíz. También las velas, las cruces cristianas, y otros elementos religiosos que trajeron los españoles. Lo que sí tiene un eco prehispánico son las ofrendas a los muertos, inspiradas en las ofrendas funerarias indígenas que se hacían posterior a la muerte y se repetían anualmente por cuatro años.
Por último, ese concepto de que el mexicano se «ríe» de la muerte, es erróneo. Cualquier mexicano al que se le muere su madre o algún familiar llorará y se sentirá triste. No nos reímos de la muerte, pero la incorporamos a la vida, y le hacemos sus fiestas y bromeamos con ella. Durante las celebraciones de difuntos, se cree que ellos «bajan» y conviven con nosotros. Se «alimentan» de las ofrendas que dejamos. No es tanto que «coman», sino que disfrutan de los olores de las viandas, (esencias volátiles, un poco como ellos) y de los colores vivos (elemento prehispánico) que los guía hacia los hogares de sus descendientes. Reflexión: Con cada persona que fallece, muchas otras quedan en el olvido, aquellas que eran recordadas por el fallecido, quizás ya no quede nadie más que las tenga en la memoria. Mientras recordemos a nuestros muertos, ellos seguirán viviendo.
Autor: Ana Laura Piera
https://bloguers.net/literatura/el-viaje-de-nochipa-cuento-corto/
Hola Ana, un relato precioso, ya que por primera vez descubro que eres mexicana y gracias a tu anotación, se un poquito más de vuestras costumbres, que son un poco diferentes a las mías ya que soy Española, pero si es verdad que también nosotros le ponemos flores y recordamos a nuestros seres queridos y hacemos dulces pastelillos «huesos de santo» y ya que estoy
Te puedo hacer una pregunta, en la tradición mexicana está la muerte que se presenta en una dama bestia de negro, pero que representa » La Santa muerte» que va bestia de blanco.
Te deseo una feliz mañana, saludos de flor.
Pd, puede ser que yo también participe en este reto, pero no tengo muy claro dónde colocar el ser o hada mágico que pide Jascnet.
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Hola Flor!! La Santa Muerte es una creencia mezcla de cosas prehispánicas, costumbres del virreinato y en el México moderno, se practica en entornos de marginacion social, pobreza o delincuencia o ignorancia. Los ritos con la Santa Muerte suelen ir asociados a rituales y hechizos, teniendo un componente más esotérico. Gracias x comentar y ojalá participes, seguro te sale algo buenísimo!
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¡Qué historia tan soberbia, rica en matices, desbordante! Más allá de la muerte y sus ritos, el ambiente logrado es digno de admiración.
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Gracias Joiel!
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Hermosa cultura, con sus explicaciones, Me encanto el dilema de verse «entre dioses ajenos». Y si, la muerte nos deja muchas dudas. Mismas que expresaron en modos de cultos y fiestas.
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Muchas gracias por pasar José!❤️
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Un relato donde las creencias juegan un papel importante. Una descripción muy detallada para una semana especial. Estuve atrapada durante toda la lectura. 👍
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Muchas gracias por pasar!❤️
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¡Sin palabras!
Bueno, sí, una ¡¡¡IMPRESIONANTE!!!
Bueno vale, otra ¡¡¡FANTASMARAVIBELLÍIIIIIIIIIISIMOOOOOOO!!!
😂😝🥰❤️
Sabía que iba a disfrutar con tu relato. Sabía que me ibas a dar un precioso baño de sabiduría cultural de tu preciosa tierra. Lo sabía, pero a pesar de todo… has superado con creces lo esperado. ¡Es taaaaan bonito!
Me encanta aprender sobre otras culturas, más todavía sobre la de los países hermanos. La tuya es hermosa, misteriosa, curiosa, interesante y llena de simbología.
Como bien dices, se puede malinterpretar. Como el «reírse de la muerte». No, vuestro respeto hacia los muertos va más allá del simple luto. Es una comunión tan intensa y cariñosa que los unís en vuestra celebración. Es una forma muy bella de recordar a los que se fueron y mantenerlos siempre en el corazón.
Me encantan también esos nombres tan curiosos. No sé si son más difíciles de escribir o de decir en voz alta. En mi caso, las dos cosas me parecen imposibles. 😅 Pero eso no le quita belleza y sabor literario.
Muchísimas gracias, Ana. Este relato no solo es un regalo para el VadeReto, es también una excelente clase de historia sobre México, su cultura, su mitología y sus creencias. Una delicia para conoceros mejor.
Un abrazo tan grande como tu generosidad para regalarnos estas historias.
🤗😊❤️
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Querido José, la verdad fue un gusto escribirlo. Me encanta la temática prehispánica y me gusta compartir con otros lo que sé y he investigado. Qué bueno que te gustó! Gracias por tu VadeReto cada mes que nos hace volar.
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Increíble Ana tu cuento, me dio mucho gusto leerlo, vas llevando por todas esas creencias que encerraban a los muertos en la época prehispánica, das cuenta de ello, gracias, un abrazo
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Gracias Themis!❤️
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Magistral, simplemente, magistral. Eres bastante buena para escribir Ana. Una trama muy interesante y bien estructurada, además de sustentada con personajes míticos tradicionales de nuestra cultura. Felicidades, lo he disfrutado bastante.
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Hola Jaime, muchas gracias por pasarte y comentar. La verdad yo disfruté mucho escribiéndolo pues, nuestro pasado prehispánico me apasiona. Agradezco tus palabras. Saludos.
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Muchas gracias Ana por este original relato en el que nos regalas conocimientos ancestrales de tu país. Un saludo.
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Muchas gracias Carlos. Al final se hizo una mezcla de cosas: nuevas formas de comer, de creer, de experimentar la vida, pero siempre habrá algo de nuestros antiguos pobladores prehispánicos. Gracias por comentar.
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Ana, otra belleza de relato. Tu aporte sobre las cuestiones prehispánicas es un agregado que le da mucho valor y, además, mucho sabor. Qué bien que aclaras la cuestión de que no nos reímos de la muerte, sino que es exactamente como lo planteas.
Una vez más GRACIAS por este regalo!!!
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Gracias a ti! Me gustó escribirlo. Me encantan los temas prehispánicos.
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Link, Ana, buen relato, gracias Juan
https://masticadores.com
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Mil gracias Juan! Saludos!
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👌
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Buenos días, Ana.
¡Una belleza de relato! Siendo el tema de la muerte, esperaba tu relato para que nos contaras tradiciones y creencias prehispánicas que se mantienen vivas en la vida diaria de ese hermoso país. Ha sido un placer leer todos los detalles que nos van llevando al desenlace final: ese trato con la muerte, en el que el respeto y la incorporación a la vida, como una etapa más, de la forma más natural, son esenciales para seguir viviendo, seguir disfrutando y homenajear a quienes se han ido, pero forman parte de la familia. Se habla de ellos, se hacen bromas, se recuerdan anécdotas, están presentes en quienes los conocieron y son, para quienes no los conocieron, una forma de sentirse parte del grupo, de venir de seres amados.
Gracias por hacernos partícipes de tus tradiciones.
Un abrazo grande.
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Muchas gracias! Debo confesar que me encantan los temas prehispánicos. El tema mortuorio era complejo en esa época. Traté de darles un vistazo muy superficial. Gracias por comentar!
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Hola Ana,
Me ha encantado tu relato tanto como la nota que has incluido.
La cultura prehispánica me han llamado siempre la atención y me ha interesado de forma especial.
Pertenezco a una comisión lectora del género histórico y cuando me mandan alguna novela que trata este tema, como que me están dando un pequeño premio.
Felicidades por este cachito de cultura y muchas gracias.
Un abrazo.
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Gracias a ti por pasar y comentar!❤️
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¡Qué bien documentado y escrito!. Ha sido un interesante paseo por la muerte en la cultura azteca. Me ha gustado el modo en que lo has planteado, con misterio desde el comienzo. Gran trabajo para este mes de la muerte (tema que no debía ser tabú, sino integrarlo en la vida, como antiguamente en todas las tradiciones). Un abrazo!
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