
El viajero de mil caminos se dejó caer en espera de la Muerte, la deseaba. Anhelaba que esta llegara y pusiera fin a su sufrimiento. No lo atormentaba el dolor físico de su cuerpo, maltrecho por tantas jornadas. Le dolía no saber qué sigue tras exhalar el último aliento.
Después de visitar todos los continentes, entrevistarse con sabios y consultado oráculos sin obtener respuestas, lo entendió. Solo ella, que está presente en el instante en que todas las miradas se apagan y que observa, como lo haría una madre, esos primeros y vacilantes pasos hacia el umbral desconocido, podría borrar su ignorancia.
Mucho la había esperado, pero esta dama no llega a capricho nuestro, sino en sus propios tiempos, y a veces, coqueteando con nuestros deseos, nos deja esperando, y otras se aparece de improviso cual intruso en la noche que se sienta a nuestra mesa sin ser invitado.
Gruesas lágrimas de alegría rodaron por las secas mejillas del viajero cuando la vio llegar, engalanada como para un baile. Ella abrió su boca desdentada y oscura. «¡Por fin!, el secreto a punto de ser revelado» —pensó—. Pero de esa boca de tinieblas no salió ni un sonido, solo señaló con su huesudo dedo el tiempo pasado. Él vio toda su vida en un segundo, y entendió que su existencia, con todo lo bueno y con todo lo malo, había sido plena. Ahora conocería los misterios y la plenitud de la muerte, privilegio exclusivo de los que ya no deambulan por la tierra.
Inició su último viaje del brazo de aquella dama, y mudos los dos, atravesaron el abismo.
Autor: Ana Piera
Precioso cuento, que buen encuentro, con que sencillez dejas marcado ese encuentro, gracias Ana por ello, un abrazo grande
Me gustaLe gusta a 2 personas
Gracias Themis❤️
Me gustaLe gusta a 2 personas
Que bueno que esa mirada al pasado te permita atravesar el abismo convencido de haber vivido. Un abrazo 😘
Me gustaLe gusta a 2 personas
Gracias!❤️❤️❤️
Me gustaMe gusta
Irse con la convicción de que la existencia ha sido plena, es algo muy importante frente al último camino a recorrer. Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola Sabius, gracias por pasar, saludos para ti también.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy buen texto. Muy adecuados para estos días de catrinas.
Muchas gracias por compartir este relato.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Joshua!❤️
Me gustaMe gusta
Por qué será que nadie regresa a contarnos lo que hay al otro lado. 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
No quieren arruinarnos la sorpresa jajaja. Es como las pelis prohibido los spoilers.😂
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Qué bueno, Ana!
Con qué belleza reflejas ese momento tan crucial, en este caso esperado y deseado.
La fotografía es todo belleza. Composición, colorido, pose, atracción. Si la muerte se presenta con el aspecto de esta chica, es normal que el viajero se sienta dichoso y la acompañe complacido.
Yo, por si acaso, le voy a decir al maquinista que dé unas vueltitas más, antes de bajarme en la misma parada que la chavala. 😜😂
Maravillosa narración, enhorabuena.
¿Estás calentando para el VadeReto? Este sería un magnífico regalo. 😂😝
Un abrazo redivivo.
Me gustaMe gusta
Me ha gustado mucho Ana, está muy adecuado para estos días, gracias por compartirlo. Un saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Carlos. Saludos.
Me gustaMe gusta
Tenemos que poetizar el final para pensar que el camino ha tenido sentido. Es bella tu recreación, Ana.
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Doctor.
Me gustaMe gusta
El elegante adiós en pos de un misterio inimaginable.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Qué precioso! Me ha encantado, es el arte de sublimar ese último pasaje de una forma muy bella, con el dedo de esa huesuda que promete algo muy alentador y mirar todo lo sucedido en este plano. Sencillamente, lindo. De eso que se agradece.
Me encanta el nuevo formato de tu blog, Ana.
Un abrazo con cariño.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Maty! Tenía ganas de variar el color un poco. Gracias por pasar!
Me gustaMe gusta