Mi participación en el VadeReto de Octubre, lanzado por JascNet para crear una historia de miedo, te invito a que visites su blog y te enteres de las condiciones del reto y participes tú también. Más información al final del relato.

Con paso bamboleante de caminante primerizo, Santi entró a la nueva casa, para luego, tras apenas unos segundos, como si se hubiera arrepentido, salir corriendo. Tenía los ojos como platos y en la boca una mueca de angustia. Lo cargué y lo llené de mimos mientras le hablaba:
—Gordo, ¿Pero qué pasó? ¡Te va a encantar! ¡Mira, vamos a verlo todo! —. Le dije con entusiasmo y recorrí con él todos los rincones de nuestro nuevo hogar: las amplias y bien iluminadas habitaciones, la cocina, bien equipada. La sala de estar y el área de comedor aún desnudas de nuestras pertenencias. —Tendremos muy buenos momentos aquí. ¡Ya verás! Solo falta que terminemos de amueblarlo—. Lo dejé en el piso para que explorara a gusto y pensé que era extraño que en todo el recorrido no hubiera visto a mi esposo ni a los de la mudanza.
Más tarde, cuando lo encontré, Antonio me miró desolado:
—No llegó todo.
—¿En serio?
Enlistó lo que faltaba: nuestra cama matrimonial, algo de ropa, algunas cosas personales.
—¡Llamaré para demandarlos, se van a arrepentir! —dije con vehemencia y busqué mi teléfono en el bolsillo, pero no lo encontré. «¿Dónde está?» No recordaba cuándo ni en dónde lo había usado la última vez. Antonio se ofreció a llamarme desde su móvil, mas cuando quiso hacerlo tampoco encontró el suyo.
—Esos de la mudanza son unos ladrones. —dije encolerizada.
—Al menos sí llegó la cuna de Santi.
—¡Santi! —lo llamé, un poco preocupada, pues no lo había visto en un buen rato. Escuché sus pasitos venir a toda velocidad y de pronto, lo sentí abrazado a mis piernas con fuerza. Lo levanté del suelo y advertí que su cara estaba húmeda y sus ojos hinchados de llorar, lo extraño era que no lo hubiéramos escuchado. —Gordo, que no pasa nada. Es solo la casa nueva. —dije mientras le limpiaba las lágrimas.
Nos acomodamos lo mejor que pudimos. Tratamos de que Santi no extrañara demasiado, creímos que al ir desempacando las cosas queridas y familiares aquello mejoraría, pero no fue así. A menudo lo escuchábamos llorar y también, de la nada, salir corriendo asustado. Lo abrazábamos y consolábamos, pero ya empezaba a preocuparnos su comportamiento.
Yo había notado que, a veces, la casa se oscurecía, como si pasara una nube que tapara el sol por completo, pero cuando miraba hacia afuera, el sol estaba ahí, brillando sin impedimento. Aquel fenómeno no duraba mucho y la luz regresaba. Lo comenté con Antonio, quien dijo que eran figuraciones mías, pero algo en su voz me hizo pensar que no era sincero.
En una ocasión en que Antonio y Santi estaban jugando en el jardín trasero, la luz natural disminuyó otra vez, pero no se quedó a medias, aquella oscuridad parecía como boca de lobo. Dejé de escuchar las voces de mi familia y los ruidos normales de la casa. Sentí que no podía respirar, y al tratar de jalar aire, aspiré un polvo muy fino que me hizo toser hasta que sentí que el pecho me dolía. Curiosamente, con cada expectoración la luz parecía volver, de a poco. Cuando me di cuenta, sentí el abrazo de Antonio y la mirada ansiosa de Santi sobre mí.
—¿Qué pasó amor?
—No lo sé, no lo sé —dije temblando.
—Oímos que gritabas desesperada y luego tosías.
—Ya pasó, no es nada —mentí.
Otro día, vimos a Antonio caer y hacerse un ovillo en el piso. Al acercarme vi que abría y cerraba la boca, como un pez al que han sacado del agua, después estuvo tosiendo un buen rato. Cuando se recuperó, fuimos a hablarlo en el dormitorio, sobre la colchoneta que teníamos en vez de nuestra cama perdida y que aún no habíamos reemplazado.
—¿Se puede saber qué te pasó?
Le costó responder.
—Todo se puso oscuro y sentí que no podía respirar.
—Eso me pasó el otro día.
—¿Por qué no me lo dijiste? Algo está raro —dijo Antonio—. ¿Te has fijado que nunca vemos vecinos? Hace mucho que no vamos a trabajar y Santiago no ha ido a la guardería—. Se levantó violentamente—. ¿Dónde está el niño?
Encontramos a Santi en el jardín, sentado sobre el césped, jugando con sus juguetes. La luz del sol inundaba todo y se sentía un agradable calorcito. Fuimos y nos sentamos junto a él y por un momento se nos fue la angustia y nos olvidamos de las preguntas.
Los episodios de oscuridad se fueron haciendo cada vez más frecuentes. Cada vez que pasaban, veíamos o sentíamos algo distinto: a veces rodábamos sobre la tierra, con piedras clavándose dolorosamente en nuestros cuerpos, otras, era como si las raíces de los árboles nos tuvieran sujetos y no nos pudiéramos escapar. Sabíamos que Santi veía y sentía cosas también, pues en medio de la rutina diaria se quedaba quieto y empezaba a llorar y a gemir lastimeramente. A veces, al cambiarlo de ropa, veíamos marcas de moretones en su pequeño cuerpo. Antonio y yo no podíamos dormir y estábamos muy angustiados.
La tarea de desempacar parecía no acabar nunca, y un día en que desenvolvía una caja con chucherías, me llamó la atención el papel de periódico que, estrujado, había servido de material de embalaje. Lo alisé con cuidado y me encontré frente a una foto de nosotros tres y una leyenda:
«La primera tragedia del otoño: Familia muere al desbarrancar su auto en la autopista 22E. El escabroso terreno hace imposible el rescate de los cuerpos».
Me quedé helada. Antonio se acercó a mí y antes de que pudiera yo ocultar aquella noticia infame, alcanzó a verlo también. Los dos nos miramos, y nuestras caras descarnadas y cuencas vacías se encontraron. Las tinieblas acabaron por instalarse en la casa y el pequeño Santiago dejó de ser un niño para volverse apenas un montoncillo de huesos en una esquina de aquel páramo terregoso.
Autor: Ana Piera
Buenas tardes/noches, Ana.
Una mudanza ya da bastante terror, yo he hecho varias en mi vida; si encima la casa parece encantada, telita; y si al final resulta que estaba encantada, pero de yacer con ellos. mamasita.
Felicidades, un buen entremés para acercarnos despacito al Jaloguín.
Un abrazo.
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Jajaja! Siii, con esto calentamos motores! Saludos Jasc!😂
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Una montaña rusa que juega con los sentimientos del lector para al final… Ni el cielo pudo detener tus espléndidas palabras.
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Gracias Joiel❤️
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Tremenda historia, me cogió de sorpresa ese final, todavía tengo los pelos de punta. Me encantó. Un abrazo
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Hola! Gracias por leerla, me da gusto que impresione aunque sea un poquito.
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Vaya final inesperado, el vuelco que da la historia, muy buena, abrazo gracias por ella
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Gracias por leerla y comentar Themis!❤️
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¡Uhhh… qué tremenda historia! Me mantuvo con el alma en un hilo y, al final me sacudió. Ana, eres genial. No me atraen las historias de terror, pero proviniendo de ti sé que será bueno, a la segura.
Un abrazo grande.
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Hola Sari! Gracias por leerlo y comentar!
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Excelente! Mantiene la atención hasta el final. Como siempre impecable Ana! Felicitaciones!
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Muchas gracias!
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Una variante del tema de la mansión encantada con un toque más siniestro de los habituales con ese derrumbamiento del final. Dejas atrás a «Los otros» esa estupenda película de Almenabar.
Telúricas felicidades, Ana. Un fuerte abrazo
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Muchas gracias por comentar Dr. Krapp!
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La peor manera de saber que ya no eres, sin duda.
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Muchas gracias por pasar! 👍
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Es una historia terrible, y más aún por la excelente narración que la compone. . Un saludo.
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Gracias Carlos, saludos!
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Ostras Ana, que horrible historia, no me esperaba ese final. Muy bueno. Me gustó mucho. Abrazos
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Gracias por pasar y comentar. Si creo que al final impresiona un poco. Saludos!
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Final inesperado! Me encantó!
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Gracias!
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Link Ana, gracias por colaborar con Masticadores saludos Juan
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Muchas gracias Juan! Un honor!
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👌
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Hola Ana , un buen relato me gustó mucho.
Yo también participó en el vadereto.
Besos de flor.
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Hola Flor! Gracias por pasar! Iré a leer tu relato (apenas lo veo puesto). Saludos!
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Me gustó tu relato, te comenté pero no se ve mi comentario. Espero lo veas. Saludos.
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Hola Ana. Sospeché que algo terrible les ocurría a esa familia, pero me sorprendió lo sucedido. Un excelente relato, me encantó. Un abrazo 🐾
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Muchas gracias Rosa!
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¡Caray! La verdad, no me lo esperaba. Me quedé como ella cuando vio el periódico: HELADA. Buenísimo Ana! Tú imaginación es sin límites y tú escritura, como siempre, impecable.
Gracias, buen regalo para estos días. Abrazos! Y felicidades.
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Gracias y saludos!
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Buenos días Ana.
¡Tremenda historia! Me mantuvo con el alma en vilo, pensando que el problema era la casa y, al final me sacudió y tuve que volver a leer el relato, y entender las pesadillas y experiencias extrañas que viven los tres.
No me atraen las historias de terror, pero esta me encantó. Te va adentrando tan lentamente en el ambiente que ni te das cuenta de lo que se viene.
¡Felicitaciones! Un abrazo.
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Muchas gracias por leerlo y comentar. Igual te mando un abrazo bien fuerte. Saludos.
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Me metí tanto en el cuento (gracias a tu destreza narrativa) que al final se me puso piel de gallina.
Fabuloso.
Desbordas imaginación y además mantienes la tensión todo el tiempo. Cada detalle está trabajado y el conjunto es perfecto (me encantó la idea de la oscuridad poco a poco desvaneciéndose, es genial).
Te aplaudo, pero no sólo en este relato, es que todos los haces bien.
Un abrazo!
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