
La luz me hirió apuñalando mis cuencas vacías y luego se hizo presente el desasosiego, que ya no me soltaría.
Como una extranjera llena de añoranza, transité por este plano. Todo me era ajeno, incluso mi propio cuerpo, pesado y achacoso, que contrastaba con el del tiempo de la ligereza… de la desnudez.
No me gustaba la gente. Estaba convencida de que yo no pertenecía a esa muchedumbre de cuerpos cálidos y pláticas banales. Ellos a su vez me miraban con pena y preocupación. No se los tomaba a mal ¿Cómo podrían entenderme? No conocían la infinita paz.
La vida se hacía más soportable de noche. Acompañada por la luna, me ponía a escribir:
«…El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo.
El que los abre traza las fronteras y permanece a la intemperie.
El que pisa la raya no encuentra su lugar.
Insomnios como túneles para probar la inconsistencia de toda realidad;
noches y noches perforadas por una sola bala que te incrusta en lo oscuro,
y el mismo ensayo de reconocerte al despertar en la memoria de la muerte:
esa perversa tentación,
ese ángel adorable con hocico de cerdo«.*
Una tarde, preparándome un té, lo vi con claridad. Para salir del mal sueño de estar viva debía morir. No lo dudé. Tomé el cuchillo de la encimera y me lo clavé en el corazón. Mientras me derrumbaba y la añorada negrura me envolvía, sonreí, quizás la única ocasión que lo hice a plenitud en este mundo. Ahora me enfilaba a la patria perdida, a mi capullo de tinieblas.
Por fin viviría.
Autor: Ana Laura Piera
Nota: el fragmento en cursiva es de «Pavana para una Infanta Difunta» de la escritora Alejandra Pizarnik. Este relato está inspirado en ella. Pizarnik no se clavó un cuchillo sino que se suicidó con pastillas.
Ser extranjera en tu propia mente, es terrible. Muy bien escrito, llega y traspasa. Un abrazo
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Gracias!
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Hoy nos traes un texto bastante trágico al estilo de los clásicos.
Muchas gracias por compartir estas líneas.
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Gracias!
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Muy bello. Emociones transformadas en palabras. Gracias popr compartir.
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Muchas gracias!
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Bueno, ya dispuestos a morirse, hay que tenerlo en cuenta, los somníferos además de un cadáver más presentable para el funeral, dejan más limpieza para los que ocuparán la vivienda. Un abrazo.
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Buena observación! Jajaja!
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Buenos días, Ana.
Un relato muy duro, pero tremendamente sensitivo.
Contado en primera persona, transfiere todo el sentir del que se ve, incluso «como una extranjera… ajeno, incluso en mi propio cuerpo».
El suicidio como modo de escape o de viaje hacia «la patria perdida».
Doloroso pero también bello y emotivo.
Felicidades, un Abrazo.
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Gracias por leerlo Jasc!❤️
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Estremecedor monólogo, Ana. La fuerza con la que habla la narradora pone los pelos como escarpias viendo la sinceridad y perturbadora lógica de sus palabras. Un abrazo!
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Gracias David!! Saludos!❤️
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Mucha suerte para tu protagonista, allí donde esté ahora. Es curioso como la mente a veces se siente atrapada en un cuerpo que no considera suyo y necesita un espacio propio y único. Singular.
Un abrazo
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Gracias Dr Krapp!
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Bello, fuerte y emotivo, Ana.
Un abrazo!
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Muchas gracias Sari, te dejo un abrazo.
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Todo es transitar, pero con palabras tan hermosas los pies se elevan, y si además cerramos los ojos, ese universo se presenta en toda su gloria.
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Gracias Joiel, efectivamente todo es transitar.
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Muy buen relato, gracias por ello, un abrazo
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Tu relato me traslada al mundo de la tragedia, perfectamente expresada y nos llega y nos cala. Enhorabuena, Ana!
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Muchas gracias!
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Estupendo. Llama la atención la seguridad del protagonista de que despertará en un mejor lugar. Y me encanta que te hayas inspirado en Alejandra Pizarnik, a quien estoy descubriendo.
Duro, pero lleno de verdad.
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Gracias Maty!
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