Mi participación para el VadeReto del blog Acervo de Letras. Las condiciones tal como aparecen en el blog son:
El reto es sencillo: Eres un Náufrago y tienes que contarnos tu historia.
Puedes ser Náufrago en tu propia ciudad, en tu misma casa, en el trabajo, en el mundo, en el espacio, en la vida. Las condiciones básicas son claras: Soledad y algo de Desesperación.
Náufragos
Nos quedaba algo de pan dulce que nos había regalado una buena señora. Ver a cinco chicos desesperados buscar comida en un bote de basura la había conmovido. No era mucho, apenas nos tocó un pedazo pequeño a cada uno.
La suave masa, al caer en nuestro vientre, solo nos dio más hambre. Efraín, se relamió los labios una y otra vez tratando de atrapar hasta la última migaja. Recuerdo su lengua, pequeño pétalo de rosa, que entraba y salía, extendiéndose, en una búsqueda imposible. Luego se me quedó viendo, intensamente, pero yo desvié la mirada al suelo. Esa noche cumplía seis años.
De la acera se elevaba, cual fantasma, el olor a orina. Los borrachos solían salir de los bares y agarraban la esquina más próxima a nuestro refugio para vaciar la vejiga; a veces ese líquido asqueroso nos salpicaba mientras dormíamos.
Las personas pasaban y nos miraban con asco, ofendidos por nuestra necesidad, por nuestro olor…Otros ni siquiera nos volteaban a ver, como si fuéramos invisibles. Algunos nos veían con lástima y nos daban algo, como la señora que nos dio pan.
A cierta hora, yo daba la señal y todos bajábamos buscando la relativa seguridad de nuestra alcantarilla. Una vez ahí, náufragos de la ciudad, buscábamos con ansiedad nuestro salvavidas: unas latas de pegamento que al inhalarlas obraban la magia de borrar nuestras carencias y sentirnos mecidos en los brazos de un mar de olvido.
Autor: Ana Laura Piera
La verdad es que es un relato bien triste, pero creo que bien real que nos hace ver que hay mucha gente que realmente lo pasa muy mal y es de cada uno poner nuestro granito de arena.
Muchas gracias por compartir este relato.
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¡Hola, Ana! Jo, un micro que es como una bofetada en la cara para que despertemos de una vez como sociedad y abramos los ojos para ver. Ambientar la historia en la calle, o alcantarillas, de cualquier ciudad en la que cualquiera vivimos aporta un plus de crítica que muestra la diferencia entre el postureo y el compromiso. ¿Cuántos de los que pasan a su lado «sin verlos» son los primeros en poner el grito en el cielo por las hambrunas que salen en televisión? ¿Cuántos se pavonean por haber dado una aportación a una ONG que de inmediato publican en redes sociales para mostrar lo solidarios que son? Para mí eso es postureo, la verdadera solidaridad debe ser anónima sin buscar con ella otra recompensa que la propia satisfacción por la ayuda prestada, como esa buena señora, la solidaridad debe «ensuciarte las manos» no un simple gesto lejano con el que tranquilices tu conciencia y a otra cosa.
Ojalá estas situaciones desaparezcan de nuestras ciudades. Un fuerte abrazo, Ana!
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Gracias por leerlo y comentar! Saludos!
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Buenos días, Ana.
Un relato que no se lee, se sufre en las entrañas.
Estos «náufragos de ciudad» son menos cinematográficos que los varados en islas desiertas, son invisibles tanto a la gente como a los medios y RRSS. Para mí su existencia y sufrimiento demuestran nuestro fracaso como sociedad, como especie, y nuestra incapacidad para convivir y compartir recursos.
Enhorabuena, has captado perfectamente esa doble intención del VadeReto.
Muchas gracias por tu relato. Un abrazo.
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Muchas gracias por comentarlo y por ponernos estos retos. Te mando un abrazo.
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Algunas vidas desfavorecidas tienen que drogarse para soñar, porque la realidad de las mismas es una horrible pesadilla. Seguro que pasó en época navideña.
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Gracias por comentar, desgraciadamente es real y es muy triste que toleremos estas necesidades. Ya deberíamos como especie haber evolucionado a algo mejor y más solidario.
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Excelente relato Ana. A veces la realidad se empeña en rebatir que los humanos somos los afortunados descendientes de una saga de supervivientes. Un saludo.
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Gracias por comentar, Carlos.
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Hola Ana, este cuento tiene la mirada turbia de los que naufragaron antes siquiera de saber lo que era eso. Muy bien ambientado.
Un beso y buen finde.
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Gracias Ángel, me salió un relato super triste, lo peor es que pasa…
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A pesar de tantísima desolación envuelta en palabras sentidas, queda un asomo de esperanza, pues todavía respiran y sus estómagos no se han rendido.
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Caray Ana!, muy bueno, un relato muy real, de esos que conmueven. Que te hacen reflexionar de que a veces los más favorecidos nos quejamos de vicio. Un abrazo👍
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Gracias por comentar!
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Tristísimo, por desgracia totalmente real. Se sufre durante la lectura, está tan estupendamente escrito que vienen las imágenes y los olores a mí.
«Sólo le pido a Dios, que el dolor no me sea indiferente».
Muchas gracias por este relato Ana, un abrazote.
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Hola Maty, si, es un relato super triste, el reto requería escribir algo así. Me encanta esa frase que mencionas (creo es de una canción de Ana Belén y Víctor Manuel). Ojalá no nos volvamos indiferentes ante el dolor ajeno. Me da gusto que el relato haga sentir algo, creo que ese es finalmente el objetivo, hacer sentir a las personas y que al terminar de leer quizás hagan una pequeña reflexión. Saludos y gracias por leerlo y comentar.
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Tristemente verdadero, algo que cada día se incrementa más en esta sociedad que vivimos, que mientras unos pasan hambre otros tiran la comida, sin embargo cada día la distancia se hace mayor y el abismo se incrementa. Muy bueno, un abrazo grande Ana
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Gracias Themis!
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Tristemente es real.
Y que los gobiernos permitan que niños sufran de esta manera… Deberían estar recogidos y escolarizados.
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Así es! Gracias por comentar.
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Crudo realismo en un relato, corto y duro como el argumento requiere. Me ha gustado.
Un abrazo
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Muchas gracias Dr Krapp!
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Qué placer leerte, tu narración es impecable. Cómo sabes despertar nuestras conciencias. Me ha parecido una maravilla de relato. Un abrazo, Ana!
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¡Hola! Me has hecho ver a esos niños vagando por las calles y refugiándose en cualquier oscuro rincón por las noches. Por la mañana, su descenso a las alcantarillas para respirar una pase que les ayude a olvidar su presente. Lástima que sea verdad y estas situaciones existan. Acabar con la miseria debería ser una de las máximas de la humanidad.
Saludos
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Así es José. Gracias por leerlo y comentar. Saludos.
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Hola Ana. Con tu relato reviví algunas terribles escenas, llenas de impotencia e indignación y que no deberían existir. Creo que el abandono de niños es un mal social que permite que «alguien» se lucre, de lo contrario ya existirían soluciones sociales en verdad efectivas (y no me refiero a «refugios» que es otro «negocio») Muy conmovedor. Un abrazo 🐾
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Gracias por pasar!
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😍
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Hola Ana. Terribles escenas que suelo ver cuando vuelvo a mi querida Buenos Aires y que retratas con tanta crudeza y ternura al mismo tiempo.
Muchas veces sólo generan la indiferencia más triste e incomprensible. Y te hacen recitar la frase que ha comentado Maty: Sólo le pido a Dios, que el dolor no me sea indiferente. Es una canción del cantautor argentino León Gieco y me adhiero a ella. ¡Ojalá nunca me gane la indiferencia, ojalá nunca pase sin verlos o sin detenerme a hacer lo que pueda!
¡Excelente y conmovedor relato! Náufragos de ciudad, náufragos de la vida y la sociedad que estamos, lamentablemente, creando. Un abrazo Ana.
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Gracias por pasar… sí, son escenas terribles y dolorosamente reales. Conozco la canción de León y me encanta, es una de mis preferidas, también pido que nunca pierda la sensibilidad para tender la mano cuando se pueda. SAludos.
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Triste y real relato que es reflejo de la sociedad en la que vivimos. Muy bueno Ana.
Un abrazo
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