En el Desierto

Mi participación en el «VadeReto» de febrero del blog «Acervo de Letras», un relato inspirado en el desierto y donde aparezca al menos una vez dicha palabra. Al final del relato encontrarás un enlace para acceder a dicho blog. Quizás quieras unirte al reto.

Photo by Ryan Cheng on Unsplash

La tormenta de arena que se aproximaba hizo que se me encogiera el corazón. Sentí el doloroso golpeteo de las partículas arañando mi rostro. Enormes nubes, densas y amarillas que parecían ser producto de las pisadas de gigantes sobre el desierto, amenazaban con envolverme. De repente, entre las ráfagas hirientes, divisé con dificultad a un jinete aproximándose. El vendaval ahogaba todo sonido. El jinete pasó a mi lado extendiendo un brazo y me sentí izada en el aire para después descender sobre la grupa del caballo. Me sorprendió la fuerza y firmeza desplegada por aquel brazo salvador. Me agarré a ese cuerpo vibrante con todas las fuerzas de que era capaz. Enterré el rostro en esa espalda protectora y de inmediato dejé de sentir dolor en la cara, era reconfortante sentir el calorcito despedido por aquel cuerpo, me sentí a salvo.

—¡Pero niña! ¿Qué te he dicho de leer a estas horas?—. Al mismo tiempo que la voz de mi madre, la luz de la lámpara de la habitación se hizo presente. Solo acerté a asomarme entre las cobijas mientras trataba con premura de ocultar el libro y apagar la linterna con la que había estado leyendo. Mamá fue directamente hacia mí, me destapó con un brusco movimiento, y fui despojada de todo.

—¡Esta novela no es apta para tu edad! ¡Te la dio la abuela ¿verdad? ¡Ya hablaré con ella! Estás castigada por una semana. Te lo había advertido, mañana tienes escuela, luego me andan llamando para darme quejas de que andas en la luna. ¡Ahora a dormir!

La escena terminó con un portazo y el ruido de furibundas pisadas alejándose. «El Árabe», el desierto, la tormenta de arena, el caballo, todo se diluyó en la noche. Mi mente corrió como loca pensando en como hacer para recuperarlos. También me mortificaba haber metido en aprietos a la abuela. En fin, mañana sería otro día.

Autor: Ana Laura Piera

Este relato está inspirado en una novela que leí siendo yo muy joven. Yo sé que en estos tiempos,»El Árabe» no se consideraría una buena lectura por muchas razones, para empezar el abuso hacia la protagonista por su captor, y después, comportándose como una clásica víctima con el síndrome de Estocolmo, ella acaba prendada de él, (y él de ella). Pero el libro tenía la virtud de emocionarte, de vivir aventuras en lugares exóticos y recuerdo que me encantó, (sin pensar en consideraciones de las que no estaba muy consciente en esa época). La autora es la británica E.M. Hull y «El Árabe» se publicó por primera vez en 1919 convirtiéndose en un «superventas» e incluso hicieron una película donde el galán era Rodolfo Valentino, un actor muy famoso de aquella época.

Si gustas visitar el blog «Acervo de Letras» (te lo recomiendo mucho) da clic AQUI

https://bloguers.net/literatura/en-el-desierto-microrrelato/

32 comentarios en “En el Desierto

  1. Recuerdo la película de Valentino, sin lugar a dudas no eran temas para leerse en aquellos momentos, sin embargo era fantástico poder hacerlo cuando nadie nos observaba. Hermoso relato que me llevó a otra època, gracias, un abrazo

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  2. Un gran relato Ana, además basado en una lectura de cuando se es joven, que uno solo lee con la única pretensión de vivir aventuras en lugares que parecen tan lejanos. Un abrazo.

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  3. Hola, Ana, leer en la cama es de los pequeños placeres que uno puede tener y confesar.
    Vaya faena que le has hecho a tu personaje quitándole el libro, lo mejor era leer libros de los mayores, libros prohibidos. Muy buena aportación al reto.
    Que tengas una buena semana. Besos.

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  4. ¡Ay, Ana! Que me he quedao con las ganas de verlos cabalgando, alejándose de la tormenta de arena, llegando al campamento, metiéndose en la tienda de campaña y… Seguro que dentro está la mare de la chiquilla diciéndole: «¿qué horas son estas de llegar?». 😅😂
    No recuerdo haber leído ese libro, aunque sí «Tuareg», de Alberto Vázquez-Figueroa, donde también disfruté muchísimo de aventuras en el desierto y me convertí en un hombre de azul (¡No, en un pitufo, no! 😂😂)
    En mi caso, lo tenía mucho más difícil para acceder a libros prohibidos. De hecho había pocos por casa. Mi abuela me pasaba moneditas y bocadillos, pero libros no podía, sabía leer lo imprescindible. Pero cuando descubrí la biblioteca, donde andaban todos los títulos bastante mezclados… 😁😁😁
    Las cosas han cambiado poco, ahora quieren prohibir en algunos lugares hasta Caperucita y Blanca Nieves, por lo que ya sabes. En fin.
    Los libros sirven para aprender lo que está bien y lo que está mal. En nosotros está diferenciarlo. Además, la prohibición de algo, a edades cortas, no hace otra cosas sino incentivar más la curiosidad por descubrirlo.
    Genial relato, Ana, lleno de tensión narrativa y emoción hasta un final inesperado, pero divertido.
    Enhorabuena, un Abrazo. 🤗😊👍🏻

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    1. Hola Matilde, E.M. Hull fue una escritora de bastante éxito en su tiempo, pero sus libros ya quedaron desfasados. Mi abuela tenía bastantes y yo solía tomar algunos, leerlos y luego devolverlos, no todos eran buenas lecturas para mi edad pero encendían mi imaginación y mis ansias de seguir leyendo y de escribir también. Con el tiempo fui leyendo cosas mejores. Un abrazo y gracias por tu comentario. Saludos.

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  5. Se me hizo corto tu relato, Ana, la naturalidad con que lo narras hizo que me sintiera como esa niña, leyendo ávida un libro que le gustaba, bajo las sábanas, como algo prohibido que no puedes abandonar, para después sumergirse en su imaginación. Me gustó mucho. Bonita inspiración te ofreció la novela, no la tenía escuchada pero por lo que cuentas, debe ser interesante.
    Un abrazo:)

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  6. Solo tengo una historia sobre prohibiciones de libros por orden paterna, y era por el clásico libro para adolescentes sin ningunat trascendencia. En cambio, en una conocida institución residencial de carácter religioso y por ende sectario, tenía que esconder hasta los libros exigidos por el programa académico por miedo a que entre ellos hubiera alguno cercano al pensamiento de cierto barbado filósofo alemán fallecido en 1883.

    Un abrazo

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  7. Hola, Ana. Con libro o sin él, seguro que tu protagonista siguió la aventura y se fue imaginando el resto. En cuanto un libro abre así la imaginación se crea una visión paralela, pero a medida que la historia avanza puede diferir de la escrita tomando su propio camino.
    Saludos, obviando los halagos a tu escritura para no ser repetitivo. 😁🖐🏼

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