
El deficiente aire acondicionado del interior de la tienda de antigüedades ofrecía un ligero respiro al asfixiante calor del verano. La encargada me vio entrar y apenas reparó en mí. Se encontraba puliendo una vieja tetera ennegrecida; sudando copiosamente, sonreía como maníaca cada vez que lograba arrancarle destellos plateados con un viejo trapo.
Agradecí el ligero cambio de temperatura y dejé que mi mirada vagara por el lugar: había ropa usada que aún conservaba el olor de sus antiguos propietarios, cuadros antiguos, libros y otros objetos acomodados de forma caprichosa, sin orden ni lógica. Cosas desechadas llorando su abandono. A veces en este tipo de lugares uno encuentra verdaderas joyas, como la exquisita figura de lladró de una chica cuya falda cabalgaba alegre sobre el viento y cuyo precio significaba una verdadera ganga.
Vi un álbum en una repisa polvorienta, semioculto detrás de unas botellas de vidrio antiguas. Llamó mi atención por la cubierta, forrada de hojas vegetales y cortezas dispuestas como un rompecabezas. Pasar los dedos por las texturas era un deleite, mas otra sorpresa aguardaba dentro: pegadas en las páginas del burdo, pero hermoso papel artesanal, había primorosas escenas invernales pintadas en acuarela. Se trataba de paisajes nevados, árboles cuyas ramas se doblaban con el peso de la nieve, pintorescas viviendas cuyos techos aparecían cubiertos de blanco. Las manos que habían pintado esos cuadros diminutos o se habían preocupado por coleccionarlos en aquel original álbum quizás ya no existían, pero quedaba constancia de ellas a través de él. A veces los objetos nos trascienden y nos representan, en este caso solo un alma hermosa pudo haber creado tanta belleza. Tomé ese tesoro entre mis manos y me dirigí a pagar. Temí que en el último instante la mujer me negara aquella adquisición diciendo: «disculpe, esto es un error y este álbum no ha sido desechado ni olvidado, tiene dueño y no está a la venta», pero indiferente, recibió mi dinero y siguió peleándose con la tetera.
Salí y me sumergí de nuevo en la calurosa tarde. El sol inclemente caía como una pesada hacha y las personas intentaban paliar su malestar en las terrazas donde bebían cerveza y sorbían helados. Caminé con el álbum bajo el brazo y sentí que extrañamente el calor cedía, pero también percibí el peso de las miradas de sorpresa y envidia al pasar frente al gentío. Un hombre con la camisa pegada al cuerpo por la humedad se abalanzó sobre mí y me arrebató el álbum. El opresivo calor me envolvió de repente. Vi al ladrón alejarse corriendo y comencé a correr también para alcanzarlo, pero el tipo se paró en seco y observó el álbum de arriba a abajo con desesperación para después tirarlo al suelo en un arranque de frustración. Fui a recogerlo e inmediatamente sentí un frescor invernal. De aquel álbum se desprendía para mí una sensación de frío e increíblemente de sus páginas se derramaban ¡copos de nieve! Lo levanté sobre mi cabeza: mis hombros se cubrieron de blanco y mis pestañas parecían alas de pájaro en medio de una nevada.
Me alejé riéndo como un niño, llevando el invierno conmigo en medio de esa tarde infernal.
Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla
Hola Ana Genial, siempre en tu linea de calidad, y derroche de imaginación, me encantó¡¡¡ un gran abrazo¡¡
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Muchas gracias Mik!
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Me ha encantado. Genial.
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Gracias!!
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Deja un delicioso sabor, ese invierno en el verano, un gusto leerlo, un abrazo
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Muchas gracias Themis!
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Sencillamente precioso. Enhorabuena Ana.
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Muchas gracias Sabius.
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Me reitero en loar tu capacidad para describir ambientes y sensaciones. Además, la historia es entrañable (en el buen sentido, cómo no).
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jajaja Joiel, me imaginé ahí el libro derramando tripas en vez de nieve, ése libro te hubiera gustado más. Un abrazote…
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Para qué engañarnos, te doy la razón.
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Sencillamente LINDO. Qué elegancia al escribir, y qué delicia ese mundo mágico que recreas con una imaginación que no tiene barreras. Me encantó.
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Muchas gracias Maty!
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Las historias que hablan de libros ya son un encanto en sí mismas. Lo que sienten los que los aman se transfiere a su escritura. Tú, como buena poeta prosáica, lo persigues y lo consigues. Ese sentimiento del/dela protagonista se transmite a través de la belleza de tus palabras, porque haces sentir al leerlo. Tú también atemperas la realidad con tus relatos.
Felicidades, Ana. Una delicia leerte.
Un abrazo.
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Muchas gracias! Valoro mucho tu comentario, saludos!
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La historia destila magia, empatizas con el personaje rápido, querrías salir corriendo tu también tras el ladrón. En cuanto al álbum, yo quiero uno. Jajaja
Un beso.
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Jajaja gracias Ángel, uno asi para el verano y otro calientito para el invierno…
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Muy bueno. Un cordial saludo.
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Gracias!
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El señor invierno abre la puerta para ir a jugar contigo en casa del verano. ¡Me encantó! Quiero álbumes diferentes para elegir en qué época del año vivir ese día. ¿No sería genial? Un abrazo.
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Sería súper! Saludos y gracias por pasar.
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Que maravilla poder elegir o poder tener uno. Me encantó. Saludos
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Muchas gracias! Saludos!
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Oh que original, como siempre me encanta todo lo que escribes. Espero seguir descubriendo joyas cómo está. Un saludo
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Muchas gracias por pasar. Saludos!
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Nos has permitido visitar esa tienda de antigüedades, qué descripción más magnífica. Qué magia mezclar la belleza de la pintura en acuarela, con la naturaleza y con la literatura. Brillante relato que nos ha hecho soñar. Felicidades.
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Muchas gracias!!
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Aquél álbum guardaba todo un mundo entre sus páginas, uno capaz de acoger a quien sabe apreciarlo. Es un cuento muy hermoso Ana. Gracias por compartirlo.
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Muchas gracias a tí por leerlo y comentar. Un abrazo.
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