
Ángel se levantó y salió del despacho que había sido de su madre azotando la puerta. Fue tal el portazo, que de la media docena de máscaras africanas, traídas directamente de Costa de Marfil, que colgaban de la pared, cuatro se cayeron y dos se quedaron observando la escena con ojos vacíos y muecas extrañas. Alrededor de la mesa de juntas, las caras largas y ceños adustos de Esteban, Marina y el Lic. Mateos contrastaban con la satisfacción de Clemente y Ester.
A veces las lecturas de testamentos acaban en discordia, dijo el Lic. Mateos al tiempo que se levantaba pesadamente. Tendrán que asesorarse legalmente muchachos. Ángel ya dejó en claro que va a impugnar. Puede ser un pleito largo, mientras se resuelve, las casas no se pueden tocar, ni el dinero de las cuentas bancarias. Me pongo a sus órdenes, ya saben que su mamá, Doña Cristina siempre me tuvo mucha confianza.
Esteban, solícito, acompañó al licenciado mientras le hacía preguntas legales. Marina se quedó un rato más levantando las máscaras que se habían caído y pasó sus dedos por el borde roto de una de ellas. Suspiró. Se vio a sí misma, a Esteban y a Ángel, siendo niños, correteandose alegremente alrededor de aquella misma mesa mientras su madre les urgía a salir del despacho para que ella pudiera continuar trabajando en los negocios familiares. Dirigiéndose a la puerta no pudo evitar preguntarse lo que pensaría ella de verlos ahora, peleando por la herencia.
En cuanto Marina salió, Clemente dijo muy orondo: Creo que te gané querida hermana. Y con los dedos se acariciaba el bigote grueso y poblado tan de moda en tiempos de la Revolución Mexicana.
Ester, muy tiesa y distinguida, sonrió con tristeza. Tenías razón, y yo que ya me había resignado a compartir la casona con Ángel y su loca familia.
¡Ni lo mande Dios hermana! Esa gente es insoportable. Pero al menos sabemos que no nos molestarán por un buen tiempo. Entonces, ¿Jugamos cartas o qué?
Pues sí, mientras esperamos a que llegue. No sé como le vamos a decir todo lo que pasó.
¡Por Dios Ester! pues las cosas como son, a veces creemos que tenemos la familia perfecta y no es así, dijo Clemente sentándose a la mesa y repartiendo cartas.
Jugaron con manos frías y transparentes, con miradas vacías y obscuras. Rieron con risas mudas y al terminar Clemente se fue flotando a seguir con sus asuntos. Ester seguía esperando a su hermana Cristina. “Nosotros los muertos deberíamos dedicarnos tan solo a descansar. A ver cómo se va a tomar este disgusto. Ya se tardó, pero yo sé que va a llegar. Siempre volvemos.”
Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla.
Si gustas dejar algún comentario, ¡Bienvenido! los leo y respondo todos. Gracias por pasar.
Lo que sospechaba, no solo entre los vivos hay sus más y sus menos, si no que los muertos también influyen en nuestro futuro.
Ana, un cuento fantástico con un toque de cada cosa.
Un abrazo.
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Hola Ángel, qué amable eres con tu comentario. Al final sentí que el cuento no estaba del todo bien, creo que era innecesariamente largo. En fin, le hice unas modificaciones pero el mensaje es el mismo. Y bueno el toque sobrenatural siempre añade algo de sabor a un asunto tan aburrido como una herencia. Te dejo un abrazote.
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Hola Ana, genial muy creativo, me encanta toda esa charla entre los fantasmas, y sí, todas las familias son así de complicadas, jajaja un gran abrazote¡¡¡
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Gracias por pasar Mik! Un abrazo!
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El humano, le des lo que le des, siempre quiere màs, y hasta muertos…seguimos siendo jodidos…
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El humor negro a ambos lados a través del invisible espejo que separa la vida de la muerte. Bien puestas las cosas en su sitio, que estos temas siempre acaban con jaqueca. Saludos Ana 👻🖐🏼
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Hola JM gracias por tu visita y comentario. Saludos!
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La vida y la muerte, las dos caras de una misma moneda. Me ha gustado la pincelada sobrenatural del cuento. Las herencias siempre sacan lo peor de las familias. En esta hasta los muertos tienen su opinión. Excelente, Ana!
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¡Muchas gracias!
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Realmente interesante twist. Creo que me perdí de los primero nombres en la primera lectura pero es una historia con mas de lo que uno pueda pensar.
Muchas gracias por compartir este relato.
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Gracias a tí por leerlo.
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Al final las herencias siempre separan a la familia, en este caso tanto vivos como muertos. Muy bueno.
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Gracias por leerlo, saludos.
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Una cuota de un buen humor negro que al fin saca una sonrisa, hasta de fantasma el humano no deja de serlo y de crear desavenencias, gracias Ana, un abrazo
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Gracias!
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Nada mas realista que que el egoísmo de vivos y muertos. Porque seguro que después de muertos seguimos siendo tan egoistas como en vida
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Hola Angelb, seguramente sí, saludos.
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Es que los muertos están más vivos que nunca y que nada y que nadie. Están ya en ese plano en el que pueden sentir total seguridad y entonces hacer de las suyas sin contemplaciones.
Muy bueno este relato.
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Gracias Maty!
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