Desde que salió al mercado no he tenido paz. Yo, que siempre he sido muy novedoso, en cuanto lo vi en la tienda de Amazon, me lo compré. Mi amigo Paco me hizo burla: «Pudiste haber comprado el Kindle «Oasis», de última generación, y leer como jeque árabe; pero preferiste comprar esta pendejada. Ay compadre, me late que esto no va a terminar bien».
En mi defensa solo puedo decir que la publicidad era impecable: «El reloj de pulsera que además de pasos, calorías y frecuencia cardiaca, mide también su actividad sexual. ¡Lleve la cuenta del mes! ¡Bata su propio récord!». Por supuesto que tenía que ser mío.
Ha pasado algún tiempo y noté que el desgraciado aparato no sabe contar. Según mi propio registro, (hombre precavido vale por dos), llevo mínimo dieciocho encuentros del «tercer tipo» en el mes y el pinche reloj no me ha contado ninguno.
Marqué al 01-800-AYUDA y la chica me pidió que por favor leyera las letras chiquitas antes de devolverlo:
«El reloj sabe distinguir entre los latidos del corazón cuyo bombeo es provocado por el amor verdadero, de los que son producto del mero deseo animal. Si usted desea desactivar esta función puede hacerlo en la sección de ajustes».
¿Pero qué tonterías eran esas? ¿Amor verdadero? Por supuesto que cambié los ajustes.
Aunque después de cambiar la configuración el aparato ha funcionado bien, he decidido devolverlo. Me prometieron un reembolso completo. Lo necesitaré, porque ahora debo pagar a un psicólogo que me ayude a resolver este hueco horrible que me ha ido creciendo dentro. Un malestar que antes no tenía y que definitivamente no es físico. ¡Qué poca madre!, ¡tan a gusto que estaba yo!
Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla
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pildoras para soñar 
A veces la tecnología nos supera 😁
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Gracias Natalia, ahorita lo volví a leer y ví que tenía varios errores. Eso pasa cuando uno se aloca y publica a la primera, jajaja. En fin, gracias por visitarme. Saludos y que tengas un excelente finde.
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Yo notó errores hasta semanas después de que los subo.
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He corregido una vez publicado un montón de veces, pasa. Buen finde para vos tambien!! 😊
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Yo tengo uno de esos… hace mucho que no cuenta conmigo el muy jodioooo… Muy buen relato
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El hueco en la cabeza posiblemente lo tengamos todos. La tecnología invade lo más intimo, también nuestras relaciones. ¿Por qué si es consentido, que problema hay en el deseo animal? No me gusta ese reloj, jaja. Por desgracia se contar y no me equivoco en estas cuentas.
Un relato muy chulo, más si lo has escrito casi a la primera.
Un saludo y buen finde.
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Hola Angel, en eso tienes razón de que si el sexo animal es consentido no hay problema. Pero este fulano creo se pasó un poco de la raya jajaja. Fíjate que lo publiqué sin hacerle mucha revisión, la verdad no sé que versión leíste pero sí tenía algunos «horrorcitos» de los que me dí cuenta después. Pero bueno. Muchas gracias por pasar y también deseo que estés teniendo un gran finde.
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Un texto muy divertido para hacernos ver la dependencia tecnologica que tenemos. Un saludo
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Muchas gracias por tu comentario . SaludoS
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Vivimos en un mundo donde la pila que nunca se gasta cada vez se usa menos.
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es necesario contarlos? jajaja. Buen relato. Un saludo.
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Hola Ana, bueno lo de publicar por impulso, a veces es inevitable, y lo de corregir siempre estamos a tiempo, pero al menos ya tienes una primera impresión del relato, y en este caso, la historia es fascinante, la idea me parece muy buena, ese reloj que tendría que colmar de felicidad a su poseedor y le abre un hueco en el alma, genial, un abrazo Ana ¡¡¡¡
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Muchas gracias Mik, espero leer algo tuyo pronto. ¡Saludos!
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Puedo entender contar los pasos, o conocer la tensión arterial o la temperatura, pero eso de medir la actividad sexual…. aunque imagino que podría haber un nicho de mercado para esa variante del producto. Eso si, hay que ajustar la configuración perfectamente jajaja. Muy bueno. Un abrazo Ana
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Creo que sí habría mercado, y no sólo para hombres sino igual mujeres. Cada vez los egos son más fuertes. Saludos!
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Parece que el reloj le salió con vocación de despertador, de conciencias. Un saludo.
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Me encantó tu comentario…
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