
Nos despertó el olor a cigarrillo que comenzó a invadir toda la casa. Mi padre se puso a maldecir: —¡Carajo apenas son las ocho de la mañana y la pinche vieja ya está fumando!
Corrí al cuarto de la abuela, cuando entré en su habitación me pareció ver que escondía una botella de tequila debajo de su almohada pero me hice el tonto.
—¿Tita qué tiene?, usted nunca fuma tan temprano—. Me miró con ojos perturbados y me dijo:
—¡Ay mijo, otra vez lo soñé!—. La noté temblorosa, alterada. Ya antes me había contado que seguido se le aparecía en sueños un indio muy viejo que le hablaba en una lengua que ella no comprendía.
—Alvarito, ahora sí le entendí todo, habló clarito en castellano.
—Cuénteme.
—Espera deja prendo otro cigarro— de entre sus senos flácidos sacó una cajetilla arrugada.
—No Tita, no fume, ya nos ahumó la casa y mi papá está echando pestes. La abuela se encogió de hombros y lo prendió igual. Recuerdo que lo apretaba fuertemente entre sus dedos arrugados y le dio una gran chupada.
— El hombre me dijo algo bastante extraño: “Lloverá en tu parcela y tu tierra será fecunda nuevamente con la semilla ancestral.»
— ¿Tita qué rayos significa eso?
—No sé mijito—, luego me miró con ojos traviesos y sacó de su escondite la botella de tequila.
— No sea así… le hará daño.
—Alvarito estoy muy nerviosa, necesito relajarme un poco, es que si lo vieras: tiene el pelo largo y negro, como la boca de un lobo, usa una manta de algodón anudada en el hombro que le cubre casi todo el cuerpo, y un taparrabo esconde sus vergüenzas; todo él parece estar cubierto de sangre y su cara está llena de tatuajes. Me llena de espanto, he llegado a pensar que es el mismo diablo.
Salí de su cuarto intrigado, ¿que significaría el sueño?, ella no tenía tierras, entonces ¿de qué tierra le habían hablado?, ¿de qué semilla?. Durante el día me olvidé del asunto pensando que la demencia se había apoderado de mi pobre abuela.
Al otro día nos despertó un llanto extraño, primero pensé que sería el gato de la vecina, al volver a oírlo me dí cuenta que eso no era ningún gato. Mi padre maldecía de nuevo. Me levanté y me dirigí a toda prisa al cuarto de la abuela, pues el lloriqueo provenía de ahí. Cuando entré me quedé helado: sobre la cama se encontraba una mujer joven muy hermosa, su rostro tenía un aire remotamente familiar; estaba completamente desnuda, de sus magníficos pezones manaba un río de leche, entre sus piernas ensangrentadas estaba un bebé recién nacido de piel canela obscura, todavía los unía el cordón umbilical. Lloraba a todo pulmón como si quisiera acabarse todo el aire de la casa, la mujer me miraba azorada, comprendí: era ella, y lo dicho en el sueño, se había vuelto realidad.
Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla
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Muy bueno Ana son relatos que dejan mucho para la imaginación.
Saludos.
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Muchas gracias por pasar. Saludos.
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Ana, eso si és un auténtico sueño mágico, el indio no bromeaba, muy buen relato, y con ese estilo tuyo ¡¡¡ Enhorabuena¡¡¡
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Gracias Mik. Saludos!
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«Lloraba a todo pulmón como si quisiera acabarse todo el aire de la casa», me encantó!!
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Me encantó Ana; al leerlo veía a la nana con su cigarro y el tequila. Hermoso sería poder volver y buscar nuevos caminos, o retransitar los mismos pero de una manera diferente, en la vida.
Abrazo!
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Gracias!
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Muy bueno, Tigrilla, Un sueño que es toda una anunciación. Un sueño que ni con todo el tequila del mundo podrían interpretar ni la abuela, ni el nieto.
Un saludo.
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Saludos y gracias!
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Gran cuento, Ana. Me gustó mucho.
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gracias Edgar!
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En este relato tan original, hay pendiente una cuestión menor. ¿Cuanto de magia queda para descubrir en el suceso? Creo que da para una novela. Un saludo.
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Gracias por tu comentario!
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¡Hola, Ana! ¡Qué tremendo! En mi cabeza, la abuela ha pasado de la gran Chavela Vargas a la hermosa Salma Hayek. Un relato mágico en todos los sentidos y realmente sorprendente en su desenlace. Un abrazo!!
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Gracias por pasar David y por tu comentario. Me alegra que te haya sorprendido.
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