Cuando las circunstancias nos hacen creer que tenemos lo que desde siempre quisimos pero… ¿es así?

El sobre blanco era una paloma moribunda entre sus dedos; portadora de noticias agridulces, le comunicaba que su padre estaba muerto y que el rancho de Los Ciruelos ahora era suyo.
Llegó a Los Ciruelos una mañana de enero. El olor a humedad tomó por asalto su nariz y ya no lo abandonó. Solo encontraba alivio temporal cuando salía y se enfrentaba a la grandiosa extensión de tierra que ahora le pertenecía.
Visitó la tumba del hombre que lo había engendrado y que se encontraba dentro de la propiedad por expresa voluntad del difunto. Recordó que muchos años antes, gracias a su inocencia infantil, se había imaginado viviendo en Los Ciruelos junto a su padre; pensamiento que le había calentado el alma y el corazón mientras se hacía hombre. Esperó un momento a ver si el calorcillo regresaba, pero lo único que sintió fue frío y nostalgia.
La felicidad a veces juega bromas pesadas.
Autor: Ana Laura Piera / Tigrilla
🥰🥰🥰🥰
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Muy lindo. Me pasaba algo similar con la fantasía de vivir en la playa donde veraneaba en la infancia y cada vez que volvía era una desilusión
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Así es, a veces la expectativa es mayor a la realidad. 😔
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Los sueños, sueños son. Muchos sueños, pesadillas son.
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Hay que tener mucho cuidado con lo que se desea porque estas ensoñaciones se pueden hacer realidad de la manera más dolorosa posible. Me encantó tu relato, está lleno de nostalgia, de sentimiento y, como todo lo que he leído tuyo, está cargado de profundidad. Además de estar genialmente escrito.
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Gracias Fer
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Los sentimientos son complejos y al regresar a los lugares de la niñez sientes que ya no perteneces a ellos.
Buena historia. Un saludo.
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Gracias Angel
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Siempre he pensado que el mejor lugar para los sueños es el propio sueño. Cuando deseas algo y esto se hace realidad siempre se produce una especie de vacío, como si el llegar a la meta y verlo cumplido nunca fuera suficiente e inmediatamente necesitaras un nuevo sueño. En tu relato, el sueño estaba incompleto, faltaba su padre y al llegar se transformó en un ¿Y ahora qué? Estupendo relato, Ana. Un abrazo!
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¡Muchas gracias David!
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