Un viudo falta a su promesa.

Cuando a Alfonso le entregaron las cenizas de su mujer tibias aún, soltó un suspiro nacido del alma. No tanto de pesar sino porque hasta hacía poco tiempo tenía la impresión de que ese momento no iba a llegar nunca y que primero se iba a morir él que Malena.
Malena llevó su largo matrimonio de treinta y cinco años con modos dictatoriales pero efectivos. Durante todo ese tiempo Alfonso simplemente se había limitado a orbitar a su alrededor. Hasta en sus últimos momentos lo tuvo por noventa días en jaque pensando en que ese día se moría y a la mera hora… No.
Malena, la de las manos frías y voz rasposa de fumadora empedernida. Invariablemente todas las mañanas se despertaba y le decía: «Poncho, mi café», y él, siempre obediente, corría a la cocina y le preparaba un expresso como a ella le gustaba: mezclado con un poco de azúcar y una rodaja de limón en el borde de la taza. También le había advertido que si ella se moría antes que él, no quería a ninguna mujer metida en su casa. «¡Prométemelo Poncho!», decía con vehemencia y él asentía con cara de perrito fiel.
Pasó un tiempo antes de que Alfonso se fijara en alguien más y entrándole el entusiasmo juvenil que da el amor, se olvidó de aquella promesa. Un buen día se encontró despertando con otra en la cama que había compartido con Malena.
Los dos amantes cruzaron miradas. Alfonso estaba embobado con el brillo de unos ojos verdes que habían visto pasar tan solo veintidós primaveras; en la maravilla que era la visión de su pelo largo y sexy desparramado en la almohada y en la cordillera perfecta que dibujaba su cuerpo en las sábanas. Empezó a sentir una erección.
La muchacha sonrió y le tocó con manos heladas, para luego, con voz rasposa decir: «Poncho, mi café».
Pobre Alfonso, más le vale vender la casa y salir corriendo. Y quizá, buscar una mujer, con las manos calientes, la voz dulce y unos años más.
Buen relato Tigrilla.
Un saludo
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Gracias por pasar Angel!
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Que buena parábola Ana, el Pobre Alfonso está predestinado a ser Poncho el del café, se hubiera hecho un favor de haberse muerto primero. Un abrazo, Me encantó.👏👏👏👏
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Gracias Mik, sè que a tì te van màs los cuentos del universo y sus galaxias. Yo soy un poco de todo. Aprecio mucho tu comentario.
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Me encantan escribir sobre ese universo desconocido, pero si un relato tira de mí, intento moverme a su compas y a su temática, algo que es complicado, por eso me gusta lo camaleónica que resulta tu galeria de relatos. La disfruto y en cierto modo estoy seguro que me ayuda a indagar en nuevas vías para contar historias. Un abrazo ¡¡
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No sé si pensar que el pobre ha tenido un déjà vu o una pesadilla hecha realidad.
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Està abierto a interpretaciòn. Yo lo escribì con algo en mente pero me gusta que la gente saque sus propias conclusiones. Creo que los relatos son algo vivo y diferente para cada persona. ¡Gracias por pasar!
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Así es Ana. Como dice mi el slogan que hay o mejor dicho había en la cabecera de mi blog, «No soy lo que escribo, soy lo que tú sientes al leerme». 😉
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Muy buen relato. Diferente. Saludos!
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Gracias!!
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Que bueno, aunque me da un poco de pena Poncho. Saludos
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Siii! Pobre, imagínate el susto!
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